Revista de la Cátedra II de Psicopatología | Facultad de Psicología | Universidad de Buenos Aires
ANCLA 6 - "Locuras y perversiones"
Septiembre 2016
CASOS

Para una clínica del travestismo: caso M.

Haydée Iglesias

Notas clínicas sobre travestismo

El travestismo como práctica de cambio de apariencia sexuada, difiere tanto del transexualismo, que puede concretar la transformación anatómica genital y también del cross-dressing como uso de vestimenta socialmente asignada al otro sexo, que ha sido una viejísima práctica teatral en varias culturas a lo largo de la historia. El vocablo inglés "travesty" antecede a la referencia psiquiátrica, y era un género de burlesque[1] teatral.

En la actualidad el travestismo está incluido en el campo "trans" género[2],[3] por el discurso social. En psiquiatría, la noción de travestismo[4] fue introducida por el médico Magnus Hirschfeld[5], en su obra de 1910, "Los travestidos: una investigación del deseo erótico por disfrazarse"[6], como trastorno sexual.

En la enseñanza de Lacan, el travestismo como práctica subjetiva tuvo diversas articulaciones: al falo velado en la perversión en su primera enseñanza, luego a la función de señuelo del deseo en el campo escópico y después a una pretensión de saber sobre lo real del sexo (LACAN 1965-66, 10-06-1965).

Lacan distinguió el travestismo de la homosexualidad. Afirmaba que "En el travestismo, el sujeto se identifica con lo que está detrás del velo[7]"... "En todo uso del vestido, hay algo que participa de la función del travestismo." (LACAN 1956-7, 168-9).

Una interesante referencia al mimetismo en el seminario 11 puede acercarnos a la lógica de la invención subjetivante y separadora que conlleva la práctica travesti. Dice Lacan: "El mimetismo da a ver algo en tanto distinto de lo que podríamos llamar un él mismo que está detrás. El efecto es el camuflaje" (LACAN 1964, 106). Aclara que no es una cobertura ajena ni una imitación a otro. "Se trata de volverse veteadura" (como el fondo en el que se camufla) "(…) el sujeto ha de localizarse como tal" (ibíd.).

"Cuando se trata del disfraz[8] (...) para el sujeto (…) es insertarse en una función cuyo ejercicio se apodera de él" (ibíd., 107). Hay un efecto de subjetivación en lo mimético. El sujeto queda inserto, se posiciona como sujeto en esa producción, instaurando por lo mimético una distancia, una mediación, un "distinto de él mismo".

Pero la reformulación lacaniana sobre la perversión, como posición de goce en el seminario 16, afecta a cómo concebir el travestismo en su relación con la perversión. Al proponer que el sujeto en la perversión se ubica como objeto-instrumento que restituye fantasmáticamente el goce del Otro, conduce a que la práctica del travestismo deberá dilucidarse por el valor y posición de goce que tome en cada ser hablante en su singularidad: no todos los travestis dividen al Otro angustiando en la ostentación fálica al revelar la verdad de la mascarada, dando muestras de un saber hacer intimidante.

Lacan también dijo tempranamente que en el travestismo el falo no tiene todas las credenciales, la condición de poder operar es que esté velado.[9] Esto incide en la experiencia subjetiva con el órgano, el pene propio. No es infrecuente en la historia de estos sujetos que el pene sea sede de incomodidades infantiles que se actualizan irruptivamente en la adolescencia, sobre lo que se impone hacer clínica: la experiencia del órgano en la práctica del travestismo.

La experiencia subjetiva del encuentro con lo real que agita al pene, puede ser tramitado como en Juanito, o seguir la vertiente de un rechazo al cuerpo en la neurosis, o desregularse en el empuje a la mujer en una psicosis.

En 1972, Lacan afirma que "El cuerpo de los hablantes está sujeto a dividirse de sus órganos, lo bastante para tener que encontrarles función…" (LACAN 1972, 26) Aclaremos entonces que: todo ser hablante, en tanto hablante, tendrá que encontrarles función a sus órganos. Su posición de ser de lenguaje le hace cuerpo y ubica los órganos.

Al referirse al transexual, dice que éste confunde el significante fálico respecto del cual busca ubicarse, con el órgano, y por ello pasa al acto en las operaciones genitales. No es el caso del travestismo.

Respecto del órgano, Marlen W. dice, "una trava porta un pene, pero no es un pene con todas las de la ley (…) dos penes no son iguales (…) el pene de una trava es uno resignificado, con femineidad" (AA.VV. 2013, 79). Hay incomodidad, pero en la medida en que el travestismo se constituye como respuesta subjetiva, el velo enmarca la experiencia del pene y el goce peneano sus bordes.

La clínica del travestismo interroga a los analistas: ¿cómo dar cuenta acerca de que la identificación con la imagen sexuada del ser hablante tiene esta mutación? ¿Un armado del cuerpo que requiere del disfraz para habitarlo o creerse con cuerpo diferente a su constitución anatómica?[10]

Caso M: La construcción singular de un travestismo

Llega a la consulta, alguien con vestimenta de mujer, discreta, con voz femenina y un nombre común que advertiré después, es ambiguo en relación con el género. Verifica que la analista parece haber creído estar frente a una mujer y aclara "biológicamente nací varón". Se decide a llamarme cuando cree que una amiga de una prima, otra paciente, "estaba tan sana y criteriosa…que quería lo mismo". Afirma ser mujer, ¿con certeza o certidumbre?

Demanda terminar de asumir su sexualidad (a los 43 años). Para el sujeto, su problema es su inhibición de "mostrarse más mujer" y el temor de perder un lugar en su familia si lo hace. Para la analista se recorta como sintomático tanto este empuje y temor, como algo no resuelto en esa ajenidad y extrañeza de su cuerpo e imagen y nombre de varón, así como también cierto rechazo al lazo afectivo.

Desde la infancia vivió la "incomodidad de su cuerpo natural de varón" "y de su pene", soledad y aislamiento social atribuyéndolos al inhabitable lugar "obligado" de varón. Signos posibles de una profunda crisis en relación con la sexuación, interrogan sobre la estructura: increencia en su imagen de varón como inconsistencia corporal, lapsus del nudo en relación con su narcisismo, que en el último Lacan ya "no se trata únicamente de imagen, sino de la relación de la creencia que enlaza al cuerpo y el ser hablante" (LAURENT 2015).

En M. ¿qué pasó con el recubrimiento de brillo fálico en la constitución de su narcisismo que considera "su imagen de varón una mentira"? La ciencia solucionaría esa experiencia de "ser un dibujo" de mujer, por la falta en lo real de ciertos rasgos corporales de mujer por lo que teme decepcionar al partenaire en la intimidad. La medicina proveerá hormonas feminizantes de por vida, operaciones darían senos y retoques de cara, obteniendo un ser femenino. Sin embargo, ese goce que incomoda y no es operable quirúrgicamente lleva a demandar un análisis para "erradicar al varón homosexual y convertirse en mujer", alejándose de lo ambiguo.

Llamándose "mujer trans" y no travesti, se propone como una excepción: no ser gay, no varón, distante tanto de varones gay como de las travestis grotescas. En la interrogación por las operaciones, aclarará que no se operará "eso", indicando el pene. Legalmente afirma sin convicción que cambiará su nombre por uno de mujer elegido, pero conservando parcialmente el nombre recibido de sus padres.

Su falta inicial de recuerdos le daba inseguridad, pero en la cura, comenzó a historizar. Por su posición en transferencia y sus relatos, esta práctica de travestismo no parecía anudarse en una posición perversa. Inicialmente, la consistencia discursiva, sospechosa de certeza, marcaron la experiencia analítica desde el comienzo, consistencia que hacía difícil intervenir sin riesgo de pasaje al acto e interrupción de la cura, enojos manifiestos mediante, si se algo se equivocaba en relación con este ser mujer. Esto fue transformándose con el tiempo en el dispositivo.

En la diacronía de la cura, entonces, llega con el rechazo tanto de su imagen especular masculina y la incomodidad con el órgano desde su infancia, relatando una transformación que va de la androginia que en la adolescencia le permitió cierto acceso al goce peneano, hasta los 30, momento en que correlativamente a encontrar una práctica profesional ligada al diseño de la belleza femenina con la que se ha hecho un nombre, comienza la construcción de su travestismo.

Su demanda ahora era asumir plenamente un ser de mujer, como tratamiento de su insatisfacción en relación con su identidad sexual y como salida de la ambigüedad.

Al llegar, los partenaires sexuales tranquilizan si le permiten sentir que "hay alguien" en relación a ella. Pero no había amor. Una temprana intervención apuntó a su posición sintomática que rechazaba la dimensión del amor, agujereando este discurso que plantea el lazo exclusivamente en términos de género. Comenzó allí que el "ser mujer" encuentre versiones, y dé cierto lugar en transferencia para otras faltas que no fueran en lo real del cuerpo o su imagen, o lo imaginario del partenaire que no encarnaba el ideal.

En la diacronía del caso, la construcción de "lo" travesti, llevó su tiempo. Desde la infancia rechazaba lo que "hacen los varones" y jugaba con muñecas, a vestirlas, nunca a la mamá, y a disfrazarse. Juego de muñecas que Freud relaciona con la equivalencia fálica, en el sentido de construirle una muñeca a mamá. Pero ¿ofrecía la madre ese lugar? Respecto de la madre, dirá que la idolatra, que es fabricante de telas para vestidos, pero habrá un cambio discursivo en la cura con el correlato de que el rechazo a su afectividad en los lazos cede, cuando lo ubica en su madre, así como cierta asexualididad. Una interpretación: "hay un más allá de lo frío y asexuado de su madre".

¿Hay una invención de girl-phalus, con el falo bajo las ropas, aún si la madre no pudo ofrecer un lugar de falo?Aunque la dimensión deseante de su madre, lo fálico materno es problemático, fría, con un deseo opaco, Lacan dice que es del lado del sujeto que se reúne el falo y la madre en el travestismo.

Sus enamoramientos infantiles, fueron de varoncitos. Se distraía mirando lo que hacían las mujeres con sus objetos personales y pasaba vergüenza e inhibición si le era reprochada esta curiosidad.

Respecto del pene, un recuerdo encubridor y traumático lo ubica como niño desnudo, manoseado y burlado por su pito por mujeres mayores de la familia. Una intervención: "Con esas mujeres desmedidas ¡Qué incómodo ese pito desnudo!". La desnudez se recorta como incómoda siempre, y la vergüenza en que "se marque lo de adelante", así como la calma en que el cuerpo esté tapado.

No tiene "la pasión transexual con el órgano" (LACAN 1971-2, 19). No fue al principio de su adolescencia sino después que pudo integrarlo en una figura andrógina y a la masturbación.

Su iniciación sexual, homosexual, a los 16 años. Luego no tuvo parejas estables ni historias de amor, siempre haciendo de mujer, con un goce por la androginia hasta sus 30 años, que dice encontrar menos satisfactorio que el travestismo.

Su nombre elegido y su apellido prestigiado en una práctica con el quehacer para la belleza femenina parecen constituir un recurso para separar al parlêtre del "no vas a ser nadie" escuchado en su infancia frente a su posición de rechazo a las cosas de varones.

Siempre le costó la relación con los hombres. Oscila entre la inseguridad y una gran hostilidad. Respecto del padre comienza presentándolo como distante al que nada le importa. Él marcaba la diferencia de lo que es "ser varón" y el sujeto "no quería ser del grupo de los hombres". "me causó rechazo lo que me decía", "me quedaba con mamá". Hubo una elección. Lacan señala no contentarse con la cuestión de la carencia paterna, sino interrogar lo que ha venido a su lugar.

El padre, en la cura, fue del "no le importa nada" al relato de gestos contenedores o comprensivos. La analista señala: "Fue difícil para usted creer en lo amoroso de su papá." Recuerda por primera vez en años un sentimiento de vergüenza inexplicable que le daba su padre. Asocia con sus vergüenzas, su temor de que su familia no acepte sus cambios. La analista interviene señalando "la imagen de mujer para usted se hace con la mirada de sus padres incluida amorosamente". Eso dio lugar, entre otras cosas a que sintomatice su pretendida insensibilidad, rechazante y entren en discurso los miedos a las operaciones, tomando la analista una función más traumática: "los miedos a operarse el pito son una realidad que se registra". Hacer lugar a lo que ex-iste a la imagen, consistencia tórica: no todo imagen.

Dice un tiempo después: "desde que vengo acá me estoy aceptando más. Me dicen que estoy más femenina" "Mi femineidad no tiene que ver con que tenga tetas o que la cara se redondee: lo siento y me viene del otro". Al disgustarse de que su edad "avanza", la analista interviene sancionando que "no todo se elige: el paso del tiempo es algo no electivo".

La incomodidad entra en discurso en una serie de sueños. Uno con una "otra" que la priva del partenaire, otros donde "abajo está lo peor", y tácticas para eludirlo, entre ellas "entrar por el medio" o "que el agua me tape". Otros repetitivos y pesadillezcos de "robos de cosas de valor", especialmente hombres ladrones. Se destaca en un sueño de amor, la figura viril del padre al que abraza, luego del cual hubo angustia y durante un tiempo el sujeto se desordena hasta que vuelve a los temas de decidirse a ser más mujer.

Uno de los efectos de la cura, fue la caída de la solución quirúrgica, correlativa a la entrada en discurso de variadas versiones de mujer, interrogándose por ello en su grupo de amigas. Se sintomatiza cierta tiranía con los hombres y la forma fija del imperativo a encarnar una posición de mujer excepcional, de diva, distante, cortante y rechazante de los que no fueran "el hombre" de su ideal, síntomas que sostenían su soledad en los lazos, y que entraron en el trabajo analítico. Tiempo después, no sin angustia, comienza un romance, una historia de amor, que favoreció que se incluya cierta experiencia del órgano con menos perturbación: "él lo toma como parte de mi cuerpo y eso deja soltarme más en disfrutarlo".

Ese nuevo tratamiento del goce, sinthomático, vía vestir al cuerpo como mujer, en principio con el plan de tomar la oferta de la ciencia de esculpir con el bisturí la figura de mujer que cree deber tener, se estabiliza en el travestismo, sin operaciones. El significante no se confunde con lo real: "aunque me atrae lo femenino, no daría la vida por ser mujer". La vida, o el pene, pueden quedarse en su lugar en su búsqueda del ser mujer, un semblante en el que creer y habitar el cuerpo.

El travestismo como sinthome, en este caso, no sin el amor de y a un hombre. En la experiencia analítica se estabilizó la construcción de un singular travestismo con el que otra consistencia corporal tuvo lugar, haciendo ex-sistir un goce que se presentó irruptivo, perturbando el goce peneano y su localización.[11] El trabajo en análisis siguió sostenido en el resto angustioso de su no dejar de ser varón para el Otro.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

  • AA.VV. (2013): Transformaciones. Ley, diversidad, sexuación. S. Preido, Grama, Bs. As., 2013.
  • Ferrater Mora: Diccionario de Filosofía, Alianza Ed, 1993, Madrid.
  • LACAN, J. (1953): "Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis", Escritos 1, Siglo XXI, México, 1975.
  • LACAN, J. (1956-1957): El seminario. Libro 4: "La relación de objeto", Barcelona, Paidós, 1994.
  • LACAN, J. (1957-1958): El seminario. Libro 5: "Las formaciones del inconsciente", Barcelona, Paidós, 1999.
  • LACAN, J. (1964): El seminario. Libro 11: "Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis", Buenos Aires, Paidós, 1987.
  • LACAN, J. (1964-1965): El seminario. Libro 12: "Problemas cruciales para el psicoanálisis". Inédito.
  • LACAN, J. (1971-1972): El seminario. Libro 19: "... o peor", Paidós, Buenos Aires, 2012.
  • LACAN, J. (1975-1976): El seminario. Libro 23: "El Sinthome", Paidós, Buenos Aires, 2006.
  • LACAN, J. (1972): "L´Etourdit". En Escansión, 1, Paidós, Buenos Aires, 1984.
  • LAURENT, E. (2015): "Hablar con su cuerpo-escabel", inédito.
  • MOLINER, M.: Diccionario del uso del español, Alianza, Madrid, 2002.
  • SCHEJTMAN, F. (2013): Sinthome. Ensayos de clínica psicoanalítica nodal. Grama, Buenos Aires, 2013.

NOTAS

  1. J. Aubert hace referencia a ello en su intervención en el Seminario de Lacan y a la forma en que Joyce ubica como pantomima travesti al personaje materno. Ver p. 175 de la edición castellana del seminario 23.
  2. En nuestro país ha dado lugar a la promulgación de la ley de "Identidad de género", ley por la que es posible inscribir un nuevo nombre en un documento de identidad, realizar operaciones de cambio de rasgos de género y/o genitales sin más requisitos que su solicitud.
  3. El discurso de género, aún con la ampliación de derechos que promueve, es insuficiente para dar alojamiento de la dimensión subjetiva, aún para quienes participarían de este colectivo y no se sienten representados subjetivamente en la agrupación de los supuestos iguales por su satisfacción. Marlene Wayar, travesti cordobesa, afirma que "…el movimiento lésbico-gay, o la política partidaria en general…intenta crear un sujeto objetivado, un rebaño del mismo modo que lo hace la iglesia" (AA.VV. 2013, 71).
  4. Diccionario de la lengua Real Academia española. Online
  5. M H (1968-1935) médico, sexólogo y activista a favor de los derechos de homosexuales. Su estudio de la homosexualidad en la psiquiatría sería una contribución a una menor discriminación, tal como la perspectiva de Foucault afirma en general con lo que entra al campo de la psiquiatría más allá del prejuicio social y de algunas religiones.
  6. "Die Transvestiten: eine Untersuchung über den erotischen Verkleidungstrieb"
  7. Entendido como pantalla, en la que se construye una apariencia.
  8. La versión online, previa al establecimiento del texto por Miller, dice en lugar de disfraz, travesti.
  9. "En el travestismo, el sujeto pone en tela de juicio su falo. … no se trata simplemente de homosexualidad (…) lo tiene a título de falo escondido." (LACAN 1956-57, 196-7).
  10. Ya en su reelaboración de los esquemas ópticos en el seminario 10, la simetría en relación a lo especular se pierde. Lo imaginario no es todo especular y no toda la libido narcisista pasa al espejo. Opera lo invisible como extraído para que la imagen especular se sostenga.
  11. El órgano se articula en el narcisismo, en términos del Ego que Lacan define en el seminario 23: "La idea de sí mismo como cuerpo tiene un peso. Se llama Ego" (LACAN 75-76) El ego puede ser una suplencia no sólo en la psicosis como en Joyce. Puede no haber interpenetración de registros. El lapsus del nudo de la emergencia del pene real puede encontrar tratamiento en el velo y en la mimesis.