Revista de la Cátedra II de Psicopatología | Facultad de Psicología | Universidad de Buenos Aires
ANCLA 6 - "Locuras y perversiones"
Septiembre 2016
CASOS

Caso Blas: "Soy un bebé"

Julio Canosa, Marina Esborraz, Águeda Pereyra

"Felices los normales, esos seres extraños,
los que no tuvieron una madre loca, un padre
borracho, un hijo delincuente, una casa en ninguna
parte, una enfermedad desconocida (…)
Pero que den paso a los que hacen los mundos,
los sueños, las ilusiones, las sinfonías, las palabras
que nos desbaratan…" Roberto Fernández Retamar

"Oh my I didn´t want to hurt you
I´m just a jealous guy
"[1]. John Lennon

Perversas locuras

Hablar de perversión nos fuerza a invocar su plural: las perversiones. Freud retoma este término de la psiquiatría, que hasta entonces se limitaba a designar las desviaciones sexuales respecto de la norma, haciéndolo extensivo a la sexualidad humana, sin que ello implique anular la existencia de las prácticas perversas en tanto tales. Lacan a su vez destacará el carácter perverso del fantasma neurótico enunciado previamente por Freud, y le dará entidad de estructura subjetiva al igual que a las neurosis y las psicosis, destacando posteriormente lo que denominará "père-version", el que redefine la función paterna articulada al sinthome.

Del mismo modo encontramos dicha polisemia respecto de la locura, término que el saber popular liga a la falta de razón, al arrebato, a las pasiones. En la enseñanza de Lacan es posible ubicar múltiples acepciones de la locura, de las cuales destacaremos dos: una locura como "inherente" al ser, estructural y, una locura como fenómeno clínico, observable.

Intentaremos realizar un recorte de esta polisemia, como lo sugiere la formalización de la clínica, y ubicar dentro del campo fenoménico la existencia de locuras que apuntan a un anudamiento de la estructura funcionando como suplencias, y otras que dan cuenta del desencadenamiento.

"Un caso difícil"

Blas tiene 42 años y una larga historia de internaciones y diversos tratamientos psiquiátricos. Actualmente se trata de manera ambulatoria en una institución pública. Durante un buen tiempo su tratamiento estará a cargo de un médico psiquiatra con quien había establecido un vínculo amable. Cuando este profesional comienza sus vacaciones, lo deriva al servicio de psicología, definiéndolo como "un caso difícil".

Durante la primera entrevista, el paciente refiere querer hablar de algo "que nunca hablé con el doctor", y despliega una demanda específica que será la que sostendrá las siguientes entrevistas.

Blas se presenta diciendo "Any -una vecina-, me daba la teta", entre los seis y los catorce años, aclara, "y yo quedé fijado. Ahora no lo soporto". Se le pregunta: "¿Qué es lo que no soportás?", él refiere que "Se suben mamás a los colectivos y les dan la teta a los bebés. Y no lo soporto. Me hace mal. Me da envidia."

Blas afirma ser un bebé, y plantea lo que necesita. Desconociendo casi todo acerca del caso, se lo escucha con el fin de alojar esta demanda.

"Si no consigo lo que quiero mi vida no tiene sentido". Se lo interroga sobre lo que él quiere. "La teta", responde. Habla sobre chupetes, mamaderas. Usa pañales, afirmando que "no retiene" desde los 6 años, momento en el cual se produce el encuentro con esta mujer.

Blas presenta un aspecto un poco desalineado, y casi siempre espera a su analista con el chupete y un osito de peluche muy viejo.

Durante las primeras entrevistas habla mucho sobre Any. A los 14 años dejó de verla "se fueron, rápido, no sé a dónde". Ella lo trataba como a un bebé. Vivía con su marido y no tenían hijos. "Él no era bueno. No quiero hablar por el momento. Ya te voy a contar."

Entramado

Blas cuenta que su papá le pegaba "mucho, mucho". Lo define como un monstruo, como una bestia "nació bestia y va a morir bestia", afirma. Tomaba alcohol, aunque no necesitaba tomar alcohol para pegarle tanto a él como a su madre. El padre vivió en su casa con ellos hasta el 2005 "por eso yo me iba". Afirma que su madre nunca sabía dónde él estaba: "yo era muy callejero, y mamá me decía que debía ser un niño callado".

Actualmente vive con su madre, con quien mantiene una relación conflictiva. Ella le demanda cosas que él dice no poder hacer: "ella quiere que haga todo en el momento… yo ya lo voy a hacer, pero no puedo… ella grita… pide las cosas mal". En esos casos, él se va a llorar a su cuarto. Hablamos sobre esta demanda materna. "Ella me dice que me trata mal para que cuando se muera yo no sufra tanto… lo que ella no sabe es que yo me voy a ir antes, se va a llevar una sorpresa".

Comienza a relatar más recuerdos sobre Any y así se va tejiendo una historia en la que Blas empieza a inscribirse como agente de lo que le acontece. Ubica una escena en la cual, luego de ir corriendo a la casa de estos vecinos, llorando por los golpes que había recibido por parte de su padre, Any lo consuela y lo llama "Mi bebé". A partir de estas palabras, que según refiere nunca había recibido por parte de su madre, él comienza a solicitarle a su vecina que le dé el chupete, la mamadera, y luego la teta. "Supe que era lo que necesitaba", afirma, dando cuenta de algo del orden de la certeza que se plantea como inquebrantable. Es él quien comienza a succionar de esa teta de la que extrae "un líquido que era leche". Cuenta que Any ha hecho cosas feas, que no le gustaban, pero aun así dice que era buena con él, a diferencia de su marido. Divide esta época en recuerdos de "lo bueno y lo malo". Lo malo es ubicado en la figura del marido de Any quien abusaba de él. Any y los cuidados que le proporcionaba quedan inscriptos como "lo bueno", lo que añora, lo que quiere. Comenta la tristeza que le causó el día que se fueron "como huyendo de algo", y relata cómo su hermana mayor, María, le propició durante un tiempo los cuidados que él necesitaba.

Despliega su historia, entramando cuestiones relativas al origen, plantea que "mamá no pudo amamantarme cuando nací", ubica una falta de amor en relación a este padre-monstruo, relata sus castigos con suma precisión. Se relatan hechos sueltos, cargados de detalles pero desafectivizados, donde no se puede ubicar nada del orden de la neurosis infantil: no hay represión, no hay la Otra escena, no se determina nada en relación a lo novelado, sino más bien una cantidad de sucesos que serán reinterpretados en función del delirio.

Pese a poder sostener las entrevistas, hay algo que insiste, y que se vincula con "querer desaparecer", ya que sin lo suyo, afirma, "la vida no tiene sentido". Al respecto dice que al pasar por las vías del tren "…me dan unas ganas…". Sobre su muerte, y con una lógica impecable, dice que cree en la reencarnación: "lo vi por Infinito… voy a reencarnar en un bebé. Si en cuatro meses no consigo ser un bebé voy a dejar una carta para vos… quiero quedar como desaparecido." La idea de quitarse la vida da cuenta de la caída de determinado lugar, lo cual muestra a la locura como efecto de disolución de lo imaginario que supone un desencadenamiento psicótico. Pero al propio tiempo, y al no contar con un armado delirante, la muerte se le impone como la única solución posible, indicando una encrucijada paradojal: él es un bebé que debe morir para reencarnarse como tal.

Ante estas cuestiones, y considerando la inminencia de un pasaje al acto, se decide por un lado modificar la medicación, que el paciente hasta entonces tomaba de manera muy desordenada. Por otro, se interviene diciéndole que hay que tener paciencia, que se necesita hablar de muchas cosas, intentando poner un tiempo a la urgencia. Él accede. Un día comienza la entrevista diciendo: "Estuve pensando algo que te quería decir. ¿Viste lo que vos me pediste? Que tenga paciencia. Bueno, voy a esperar hasta diciembre. Si en diciembre no consigo lo que quiero, ahí sí. Ya sé que no te gusta la idea."

Este tiempo de su tratamiento encuentra al analista como testigo, como escriba, ordenando algunos datos que trae y tomando estas "cosas que aún no puede contar" como un impulso a continuar trabajando. "Ya te voy a contar, porque vos me escuchás", dice, "no quiero hablar con nadie más, para hablar te tengo a vos". En las distintas sesiones relata la constante búsqueda de un partenaire que pueda darle eso que él refiere necesitar, lo que lo lleva a realizar acciones ubicadas en el límite de lo legal y exponiéndose a situaciones francamente riesgosas para sí.

Mamá amaneció muerta

Blas llama a su analista un domingo a las 7:30 a.m. Dice que el lunes no vendrá a sesión porque "mamá amaneció muerta". Comenta que está por llamar a sus hermanos, que no puede reaccionar. En la entrevista siguiente se muestra triste. Relata cómo encontró a su madre en el piso y "la carita" que tenía. Se lamenta: "pobrecita, justo ahora que me estaba aceptando con mis cosas…" Y dice que "ahora más que nunca quiere lo suyo". Se lo escucha y se le dice que es muy triste lo que pasó y que ahora tendrá que ser fuerte. "Sí, porque estoy solo".

En las entrevistas sucesivas se muestra de buen ánimo. Se lamenta que su madre haya muerto, pero afirma que ahora ella podrá descansar. Dice que lo que más le cuesta es cocinar y mantener la casa en orden. Se piensan posibles estrategias. Respecto de lo suyo, dice que al menos ahora que está solo ("pobrecita mamá, Dios la tenga en la gloria"), podrá hacer algunas cosas que antes no podía. Se interroga respecto a estas cuestiones que ahora sí puede hacer y cuenta que ahora llega a su casa y "me pongo el babero, me saco la ropa, me quedo en pañales… tomo mamadera y veo fútbol, gateo por la casa". La analista expresa su alegría por las cosas que ahora pueda hacer sin preocuparse. "Antes mamá recibía visitas y le molestaba", responde.

Luego de la muerte de su madre, Blas comienza a escuchar su voz. Al principio refiere escuchar llantos que vienen de la habitación de su mamá. Luego, la escucha diciéndole cosas tales como "no dejes abierta la heladera", "ordená esto", "¿a dónde vas?". Esto lo angustia. Dice que la extraña, pero insiste en que está bien solo. No quiere saber nada con sus hermanos. Ellos son "compinches" y están en su contra. Sin embargo, estas cuestiones no alteran la continuidad del tratamiento, que se desarrolla de manera favorable, sosteniendo los ejes del dinero y el fútbol, las ventajas y vicisitudes de "estar solo", sin tocar la certeza de ser un bebé.

Se comienzan a trabajar cuestiones relativas al dinero a partir de una intervención. Demanda que se le consiga una nodriza, a lo cual se le responde que él sabe que vivimos en un mundo capitalista. Inmediatamente comienza a quejarse de que "todo es por plata". Cuenta que a partir de la muerte de su madre le preocupa no poder vivir sólo con su pensión por discapacidad. "Gasto $2.000 por mes en pañales y leche". Estas son condiciones a las que no quiere renunciar, lo hará saber en reiteradas ocasiones. Se le señala, entonces, que habrá que ver de qué forma conseguir solventar sus gastos. A partir de esta entrevista se muestra cada vez más preocupado por las complicaciones de vivir solo, o sea, cómo cocinarse, el tema del dinero y los trámites de los que se debe hacer cargo.

Una solución en transferencia

Afirma que hay gente que "no lo entiende". Concurre a una institución recomendada por una trabajadora social de su localidad donde, según relata, "cada vez que hablo de lo mío me dicen que 'estoy yendo para atrás'. Son malas, no me escuchan. No voy a ir más". Plantea haber ido a esta institución "porque pensé que podían ayudarme con lo mío". Diferencia a estas personas de su actual psicóloga, "vos sos buenita", suele decir. Se angustia cuando la analista llega tarde, a veces la espera llorando y dice que él "no sabe esperar". Relaciona esto con "lo que quiere", y despliega a lo largo de las entrevistas lo que necesita: que lo arropen, que le den la mamadera, que le lean cuentitos, que lo traten como a un bebé. Se trabaja sobre la paciencia, se piensan estrategias, pero nunca se cuestiona esta práctica que Blas sostiene. Muchas veces trae sus chupetes y sus mamaderas a las entrevistas, trae fotos de cuando era pequeño y dibujos donde él se ilustra como un bebé.

Se comienza a interrogar su gusto por el fútbol, una pasión que su analista le hace saber que comparten. Se muestra muy entusiasmado con el mundial que se jugará el año entrante. "¿Vos podés ver todos los partidos? Seguro que no, pobrecita, trabajás mucho. Yo te voy a contar".

Blas nunca dejó de traer al consultorio chupetes, mamaderas, baberos y su osito de peluche, entre otras cosas. Sin prestar demasiada atención a los objetos que muestra, la intervención consiste en escucharlo e impulsar el trabajo respecto de su intimidad e intentando acotar los espacios en los que el sujeto se exhibía.

También trae una pormenorizada lista que titula "Mis temas". Solicita que su analista tenga esa lista durante las entrevistas y que aleatoriamente elijan qué tema abordar. En una sesión dice querer comenzar por "este, que es la condición de todos los otros". Surgirá el pedido explícito – e inesperado – de tomar la mamadera en el consultorio en presencia de la analista. Explica que esto le dará fuerzas para hablar de sus otros temas, y agrega no poder hacerlo en otros espacios dondehay "gente mala que me mira". Lo trabajado respecto de su intimidad ha tenido efectos: lo que antes se mostraba al mundo con el mayor de los descuidos, no sin graves consecuencias para el sujeto, hoy se limita a ciertos espacios. Su peculiar manera de gozar y toda práctica vinculada a "ser-un-bebé" pudieron circunscribirse al interior de su casa.

De vez en cuando, menciona la idea de quitarse la vida al no conseguir lo que quiere, pero ha perdido peso a lo largo del tratamiento, o al menos ya no se presenta como la única solución posible a su padecer.

Además de los dibujos, traerá discos en calidad de préstamo. La idea es que su analista los escuche durante la semana para luego realizar una devolución. Se acepta esta idea y se reservan siempre unos minutos para hablar de música.

Un día se presenta llorando. Ha esperado a su analista durante una hora. Le reprocha "atendiste a un paciente cuarenta minutos. A mí me ves menos". No se responde a esto y se le pide que elija un tema de la lista. Al día siguiente la analista recibe un llamado telefónico. Blas dice llorando "ustedes no me quieren, no tengo lo que quiero. Voy a tomar una decisión, no quiero vivir más". Se le responde que se lo esperará la próxima sesión en el consultorio. Se presentará afirmando estar muy avergonzado y al finalizar la entrevista entrega un disco de John Lennon diciendo "Escuchalo, te recomiendo la canción número diez: Jealous guy".

Suplencias perversas

Freud define como conducta perversa aquella que sustituye una meta sexual normal por una fijación a una etapa previa del desarrollo libidinal. Una práctica perversa puede ser un fenómeno que responde a una "locura de anudamiento" propia de la psicosis. Es decir, cumplir la función de un anudamiento rígido en tanto nominación que no se desprende del Nombre del padre, pero que se presenta como suplencia de la no relación sexual. En este caso, y a partir de una escena, el sujeto ha quedado fijado a un nombre de goce: "soy un bebé", constituyéndose como un sentido que atenaza el ser.

Cuando esta solución cae, la locura se presenta en su faz de desencadenamiento. Es allí donde un análisis puede proporcionar, vía la transferencia, la posibilidad de un encuentro inédito, inaugurando las huellas de un nuevo entramado.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

  • FREUD, S. (1905): "Tres ensayos sobre una teoría sexual". En Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu editores, 1992, t. VII.
  • LACAN, J. (1955-56): El Seminario Libro 3: "Las Psicosis". Buenos Aires, Paidós, 1993.
  • LACAN, J. (1957-58): "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis". En Escritos 2, México, Siglo XXI, 2008.
  • MAZZUCA, R. (2003): Perversión. De la psychopathia sexualis a la subjetividad perversa. Buenos Aires, Bergasse 19, 2005.
  • MUÑOZ, P. (2011): "Las locuras según Lacan. Consecuencias clínicas, éticas y psicopatológicas". Buenos Aires, Letra Viva, 2011.
  • SCHEJTMAN, F. (2007): "La liquidación de las perversiones". En Ancla, Revista de la Cátedra II de Psicopatología, 1, Buenos Aires, 2007.

NOTAS

  1. "Oh no, no quise herirte/soy sólo un hombre celoso"