Revista de la Cátedra II de Psicopatología | Facultad de Psicología | Universidad de Buenos Aires
ANCLA 6 - "Locuras y perversiones"
Septiembre 2016
CASOS

Las versiones del padre en un caso de compulsión histérica

Manuel Murillo

Introducción

Me referiré a una paciente adolescente cuyo tratamiento seguí aproximadamente durante dos años, en un Hospital público de la Ciudad de Buenos Aires.

En la presentación del material clínico tuve en consideración tres referencias organizadoras. La primera de Freud, para definir una característica de la histeria que llama la compulsión histérica o ideas hiperintensas histéricas. Podemos pensar que se trata de una característica general de toda histeria, pero también que algunos casos de histeria, por el modo en que se presentan, incluyen una particular acentuación de esta descripción clínica.

En el Proyecto de psicología para neurólogos (FREUD 1895) Freud dedica un apartado titulado "Psicopatología de la histérica: la compulsión histérica" para definir esto: "…los casos de histeria se encuentran sometidos a una compulsión ejercida por ideas hiperintensas [Überstark][1]. Así, por ejemplo, una idea puede surgir en la consciencia con una frecuencia particular, sin que lo justifique el curso de los hechos, o bien puede ocurrir que la activación de esta neurona sea acompañada por consecuencias psíquicas incomprensibles. La emergencia de la idea hiperintensa tiene resultados que, por una parte, no pueden ser suprimidos y, por la otra, no pueden ser comprendidos: desencadenamientos de afectos, inervaciones motrices, inhibiciones." (FREUD 1895, 248)[2] Define a las "ideas hiperintensas histéricas" a partir de tres signos: son incomprensibles, son refractarias a toda elaboración intelectual, son incongruentes en su ensambladura (FREUD 1895, 248).

Si esta primera referencia nos servirá para pensar el modo en que se presenta el caso y las ideas que la paciente tiene, la segunda referencia, de Lacan, nos servirá para pensar el lugar del padre en la estructura, y las versiones que esta función puede ofrecer para interpretar el deseo de la madre, tanto en la historia de la paciente como en la transferencia con el analista.

En el Seminario 5, dedicado a las formaciones del inconsciente, Lacan dedica un conjunto de clases a la temática del complejo de Edipo y el complejo de castración, donde reflexiona sobre la función del deseo de la madre y del nombre del padre para el niño. En la clase 9 se refiere a al hecho de que el padre puede estar ausente, pero diferencia lo que puede ser la ausencia del padre en la casa, en la familia, y en la estructura: "Hablar de su carencia en la familia no es hablar de su carencia en el complejo." (LACAN 1957-1958, 173) Pero aun cuando podamos contar con la presencia, la afirmación del padre en la estructura, en el complejo, eso no significa necesariamente que se haga uso de él. En este sentido, observa en la misma clase: "…el nombre del padre hay que tenerlo, pero también hay que servirse de él." (LACAN 1957-1958, 160)

Por otro lado, en el Seminario 22 refiere la función del deseo de la madre orientada hacia el niño, y la función del deseo del padre, orientado hacia una mujer: "Un padre no tiene derecho al respeto, sino al amor, más que si el dicho, el dicho amor, el dicho respeto está –no van a creerle a sus orejas– père-versement[3] orientado, es decir hace de una mujer objeto a minúscula que causa su deseo. Pero lo que esta mujer a-coge, si puedo expresarme así, no tiene nada que ver en la cuestión. De lo que ella se ocupa, es de otros objetos a minúscula, que son los hijos, junto a los cuales el padre sin embargo interviene, excepcionalmente en el buen caso –para mantener en la represión, en el justo mi-Dieu[4], si me permiten, la versión que les es propia por su perversión…" (LACAN 1974-1975, clase 21/1/75)

El juego homofónico de palabras perversión, padre-versión, versión del padre condensa lo que sucede a nivel del deseo y la ley en la estructura: la perversión del padre, la versión que ofrece del deseo, su deseo por una mujer, lo que interpreta del deseo de la madre, el lugar del niño en el deseo de la madre y el padre.

Finalmente, tomaré una tercera referencia, proveniente del Seminario 21 de Lacan donde analiza las relaciones entre la locura, la libertad y el anudamiento de los registros en la estructura: "Hay en alguna parte un artículo que reza: 'De la causalidad psíquica', un lugar alrededor del cual algunas personas se han batido, un lugar donde yo anudo — ya que es de esto que se trata— la libertad y la locura, donde digo que una no se concibe sin la otra lo que, desde luego, perturba porque igualmente ellos piensan de inmediato que yo digo que la libertad es la locura... ya que por no hacerme comprender — por qué no, yo me entiendo—; en esta ocasión deseo que observen que el interés de juntar así en el nudo borromiano, lo simbólico y lo imaginario y lo real, es que de ello resulta, —no solamente resulta de ello sino que debe resultar de ello—, es decir que si el caso es bueno —me permitirán esta abreviación dada la hora— si el caso es bueno, basta con, bastan dos, cortar uno cualquiera de esos redondeles de hilo para que los otros dos queden libres uno del otro. En otras palabras, si el caso es bueno — déjenme implicar que éste es el resultado de la buena pedagogía, a saber, que uno no ha fallado su anudamiento primitivo—, si el caso es bueno, cuando a ustedes les falta uno de esos redondeles de hilo, ustedes deben volverse locos. Y es en esto, es en esto que el buen caso, el caso que he llamado "libertad", es en esto que el buen caso consiste en saber que si hay algo normal es que, cuando una de las dimensiones les revienta, por una razón cualquiera, ustedes deben volverse verdaderamente locos." (LACAN 1973-1974, clase 11/12/73) A partir de esta referencia, podremos pensar qué relación guarda con la locura el síntoma del cual la paciente da cuenta como motivo de consulta.

Presentación del caso

La paciente se presenta en la primera consulta de la siguiente manera: "Tengo impresión… me imagino un cuerpo lleno de arroz… y me da escalofríos por todo el cuerpo… es algo que imagino y sé que no existe…". Describe además que se le eriza la piel. Lo que ella llama impresión lo describe como un escalofrío en el cuerpo, localizado en los brazos y a veces, si es muy fuerte, llega hasta la cabeza. Además está acompañado de la sensación de "algo horrible": hay algo que se "cae", algo que se "descascara", se cae la piel de arroz, se cae el arroz del cuerpo, o se cae el arroz y queda la piel.

Al momento de la consulta la impresión le sucedía todos los días. No comía arroz, trataba de no pensar en ello, pero la imagen del cuerpo de arroz se le imponía, durante el día, y durante la noche cuando se iba a dormir, impidiendo que pudiera conciliar el sueño.

El arroz no es lo único que le da impresión. Es algo reciente, y es lo que la motiva a consultar. Pero desde niña, sin poder precisar edad, refiere que tiene impresión a las "cosas pinchudas" y al agujero de la letra i (cuando el punto de la i se escribe con un círculo vacío). Como el agujero de la i le da impresión, "no lo soporta", lo que hace es rellenarlo. Describe también que le dan impresión las "cosas posadas"[5], algo posado sobre otra cosa, por ejemplo las semillas de sésamo arriba del pan de "sánguche". Las "cosas posadas" son además las cosas con pozos, dice: por ejemplo los agujeros del queso, o el pozo de la i. Le da impresión el agujero del capuchón de la birome Bic. Como no lo soporta tiene la costumbre de llevárselo a la boca y soplar, rellenándolo con aire. Le da "impresión que esté vacío." Le da impresión el "tatu carreta", "porque es pinchudo", dice ella. Le dan impresión los poros de la piel, por donde sale el pelo. Son también un agujero en la piel.[6]

La referencia pregnante al agujero en estas ideas nos hacer recordar la referencia que hace Lacan entre el agujero y el trauma en el Seminario 21: "…todos inventamos un truco para llenar el agujero [trou] en lo real. Allí donde no hay relación sexual, eso produce troumatisme[7]. Uno inventa. Uno inventa lo que puede, por supuesto." (LACAN 1973-1974, clase 19/02/74)

Somos sensibles entonces al hecho de que la dimensión del agujero se articula a la sexualidad, a la castración como algo traumático, y a la invención de lo que alguien pueda hacer con eso.

Le pregunto en aquella primera sesión por qué cree que le pasa esto: responde que no sabe. Y pregunta si se le va a ir. Luego de algunas sesiones dirá: "No sé por qué me pasa esto, yo le pregunté a mi mamá si no será que cuando estuve en la panza vi algo de ella que no me gustó… las tripas, viste que todo eso que hay adentro del cuerpo es horrible…" La hipótesis de la paciente tiene un valor de verdad que se desplegará en el trabajo que hará en el análisis: articula el cuerpo de la madre, el sujeto adentro, las tripas, y algo horrible.

Historia familiar

La paciente es la hermana menor de una familia con cuatro hijas. Sus padres son personas de edad avanzada y se separaron cuando ella tenía tres años. De modo que ella convivió tres años con sus padres, luego sus padres se separan y ella convive con su madre hasta el día de la fecha. El padre se fue a vivir a otra provincia y el contacto que han tenido consistió en algunas llamadas telefónicas y unos pocos viajes. Sus otros hermanos han seguido otros destinos por fuera de la casa familiar de origen.

Ambos padres tienen una historia de consumo de sustancias adictivas. Una de las hermanas mayores de la paciente falleció en un accidente de moto cuando ella tenía seis años. De ella recuerda: "Cantaba y bailaba muy bien, tenía un cuerpo perfecto", "ella era el orgullo de mi mamá." Este fallecimiento llevó a la madre a un episodio muy agudo de consumo, a tal punto que la paciente se fue de la casa, vivió una semana con una hermana, y tres meses en casa de una familia amiga.

La madre se define ella misma como ex adicta. En la actualidad hace tiempo que no consume. Respecto de esto la paciente refiere: "Mi mamá consumía, pero ella dejó todo por mí." "Sin mí yo creo que ella se muere." Sobre esto intervine señalando que su mamá dejó de consumir, por ella misma. Porque si una madre quiere estar bien con su hija, primero tiene que estar bien consigo misma.

"Dejó todo por mí", "sin mí se muere" sitúa la relación al deseo del Otro en que se localiza el sujeto: una metonimia que va de la hija fallecida, al consumo, a la paciente.

Respecto de esto refiere: "Me dice que yo soy su ejemplo." Porque las otras hermanas se fueron por un mal camino: promiscuidad, hijos muy jóvenes, drogas.

La posición del analista sobre este punto y la intervención realizada por ese señalamiento habilitaron una salida del sujeto a aquel modo cerrado del deseo del Otro, que lo petrifica de manera fija a determinada posición de objeto: si yo dejo este lugar, ella se muere.[8]

Escena infantil y escena de la pubertad

En la segunda entrevista cuenta que esto del arroz "no vino solo", y refiere la siguiente escena: están en el colegio, y un compañero de colegio le dijo a otro 'callate vos, pescuezo de fideo'; y a ella le dijo 'y vos cállate, pescuezo de arroz', en tono de chiste. Después ella "dudó" si dijo 'pescuezo' o 'cuerpo'. Porque su impresión es en todo el cuerpo. Desde ese episodio nace su impresión al arroz, que antes no existía, y que estaba localizada en otras cosas, sobre todo la letra i y las cosas pinchudas. Pero que no tenían la suficiente intensidad como para interrumpir su vida cotidiana. Es decir que la impresión se muda de un lado a otro.

Algunas entrevistas más adelante, la paciente recuerda una escena de su infancia, anterior a la pubertad, pero posterior al fallecimiento de su hermana: "Cuando era chica… ¿viste cuando la piel se te sale?, te lastimás, yo me raspaba y me hacía como hilitos, y le decía a mi mamá 'mira ma, hilitos de arroz'."

La idea hiperintensa del cuerpo de arroz es efecto entonces de un nudo estructural que se constituye en dos tiempos. En la escena infantil hay dos situaciones que se presentan sueltas una de la otra, pero que se anudarán posteriormente: a) un afecto de impresión a las cosas posadas, las cosas pinchudas y al agujero de la i; b) una escena donde el sujeto, desde su falta convoca la mirada de la madre, donde se recorta el significante 'arroz' y 'la piel' que se cae del cuerpo. Esto no se presenta asociado a ningún afecto en particular.

La escena de la pubertad con un chico que le habla de su cuerpo vuelve efectiva retroactivamente la escena infantil con la madre anudando la impresión y el arroz, es decir un afecto y una representación, de lo cual resulta como efecto la impresión a un cuerpo de arroz que se descascara.

Lacan definió a las pulsiones como "el eco en el cuerpo del hecho de que hay un decir" (1975-1976, 18) El escalofrío en el cuerpo, la piel erizada de la paciente, son un eco en el cuerpo de algo que le dijo un chico, que volvió eficaz algo que el sujeto le decía a su madre. La palabra de este chico que resuena en el cuerpo de la paciente, lo alcanza, toca lo real con lo simbólico.

La idea cuerpo de arroz habla desde todos sus "hilos" de la relación del sujeto al Otro. En la escena infantil de lo que se trata para el sujeto es de ofrecer a la madre otro cuerpo para mirar, allí donde una hija fallece y la madre queda privada, agujereada por ese duelo. La segunda escena, con aquel chico que le habla de su cuerpo, actualiza aquellas marcas infantiles, y ella es ahora nuevamente objeto de la mirada, no de su madre, sino de un chico.

El trabajo de análisis: versiones del padre y separación

La primera intervención con la paciente fue no aportar más sentidos al síntoma. Frente a las preguntas de la paciente en las primeras entrevistas: ¿qué es esto, por qué me pasa esto, se me va a ir? Lo que sancioné como respuesta fue: "lo que te pasa es algo muy singular." El síntoma fue alojado como: "algo que te pasa en el cuerpo a partir de lo que te dijo un chico."

La segunda intervención recayó sobre "mi mamá dejo todo por mí… sin mí yo creo que se muere". Si es cierto que la madre sin el sujeto se muere… entonces el sujeto no puede separarse. Pero en realidad lo que sucede es que cuando el sujeto se separa, la madre no se muere, queda confrontada con su propia falta, un agujero.[9] La paciente toma esta vía de intervenciones y transcurridos algunos meses empieza a relatar escenas de discusión con la madre, y a quejarse de la madre.

Lo que leo aquí es que al ponerse en funcionamiento el nombre del padre, como un límite al deseo del Otro, y como una versión acerca del deseo… el sujeto comienza a separarse del Otro, a circular por circuitos fuera del dominio del Otro: pasa más tiempo fuera de su casa, va a comer a la casa de una amiga, comienza sus primeras salidas a bailar de noche, pasa muchas horas con facebook.

Cuando el sujeto comienza a separarse, el Otro comienza a agujerearse, lo cual se manifiesta en esta madre a partir de reproches: que no estudia, que no hace nada, que lo único que hace es estar con la computadora.

A lo largo de las entrevistas la castración que se abre en el Otro materno se empieza sancionar como "los problemas de la soledad de la madre", frente a lo cual la paciente señala: "yo quisiera que tenga otros hijos para que se queden con ella cuando yo me voy."

En primera instancia yo apelo a la palabra del padre, que en principio aparece ausente en el relato de la paciente: "¿Tu papá qué dice de todo esto?" (con respecto a algunas peleas en el colegio, respecto de las salidas a bailar). Ante lo cual la madre se anticipa respondiendo: "Pero qué opinión te puede dar él que apenas puede con su vida. Preguntale a Manuel". No autorizando la palabra del padre pero sí la del psicólogo, instaurándose la transferencia entonces como un lugar donde se pueden construir versiones acerca del deseo.

Con la madre he tenido a lo largo del tratamiento varias entrevistas. Ella me escribió, preocupada por su hija, porque no la veía bien, entonces la cité para conversar. Vino muy preocupada porque la hija pasa muchas horas por día en la computadora, y porque está comenzando a salir de noche. Y ella tiene miedo…

Le digo que me había preocupado por el teléfono, porque por su tono de voz pensé que había sucedido algo grave. Pero que si se trata de esto entonces me quedo tranquilo. Señalo que a la edad de su hija es muy frecuente pasar muchas horas en la computadora, conectada por facebook, hablado con amigos. Y por otro lado que entiendo su preocupación cuando ella sale de noche, pero que consideremos que sale con grupos de amigas, avisa donde está, y cuándo vuelve.

La madre refiere: "Siento que no la puedo controlar, se me va de las manos." "Es la primera hija que estoy criando de manera normal…" "Las otras hijas se iban, pero siempre quedaba otra… lo que pasa es que ella es la última…" "Es un problema mío, por ahí tendría que verlo con un psicólogo."

Comentarios finales

La idea hiperintensa o compulsiva del cuerpo de arroz se vio reducida en su intensidad en los primeros dos meses de tratamiento. Al momento de la consulta la imagen del cuerpo de arroz se le impone a diario, aun cuando ella intenta no pensar en ello. Es una idea intrusiva. Tal vez podamos pensar que la paciente no estaba loca, pero sí que el síntoma del que da cuenta, con su efecto desorganizador para la estructura, la estaba enloqueciendo. Enloquecimiento que la precipita a la consulta.

Con el inicio del tratamiento, la puesta en palabras de lo que le sucede y la puesta en función de un límite al deseo del Otro, reducen automáticamente la intensidad y fuerza de esta idea hiperintensa. La paciente no come arroz, no piensa en arroz, "estoy ocupada en otras cosas", dice.

El padre tal vez esté ausente en la casa familiar, incluso en la familia. Pero se constata que está presente en la estructura. Aun así, que esté presente no significa inmediatamente que el sujeto se sirva de él. Preguntarle a la paciente por la opinión del padre fue en este tratamiento una vía para que el sujeto apele a esa función, servirse del nombre del padre para interpretar algo de lo que sucede a nivel del deseo, ofrecer de eso una versión. Inhabilitada por la madre la palabra del padre, fue la palabra misma del analista la que resultó autorizada para tal efecto. No se trata tanto de que el analista ofrezca versiones del padre, sino que habilite el trabajo de sus construcciones. En este sentido las versiones del padre no son las interpretaciones del analista, ni siquiera las cosas que dice el padre, sino la función que en la estructura ofrece una interpretación acerca del deseo. Función que en la historia de la paciente se encarna de manera contingente en el padre, la madre, el analista.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

  • FREUD, S. (1895): "Proyecto de psicología para neurólogos". En Obras completas, Buenos Aires, Biblioteca nueva, 2007, I, 209-276.
  • FREUD, S. (1905): "Fragmentos de análisis de un caso de histeria". En Obras completas, Buenos Aires, Amorrortu editores, 2008, VII, 1-107.
  • LACAN, J. (1957-1958): El Seminario. Libro 5: Las formaciones del inconsciente. Buenos Aires, Paidós, 2005.
  • LACAN, J. (1973-1974): El Seminario. Libro 21: Les non-dupes errent. Inédito.
  • LACAN, J. (1975-1975): El Seminario. Libro 22: RSI. Inédito.
  • LACAN, J. (1975-1976): El Seminario. Libro 23: El sinthome. Buenos Aires, Paidós, 2006.
  • MURILLO, M. (2013): "El cuerpo en la fobia a los agujeros." En Memorias de V Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología. Facultad de Psicología - Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2013.

NOTAS

  1. Freud usa el mismo término en el historial de Dora cuando se refiere a la "incesante repetición de los mismos pensamientos acerca de la relación entre su padre y la señora K." (FREUD 1905, 48).
  2. Para citar este pasaje en particular opté por la traducción que ofrece del texto Luis López-Ballesteros y de Torres. En la traducción de José Etcheverry el mismo pasaje se encuentra en la página 394 del volumen 1 de las obras completas.
  3. Juego de palabras entre perversión y padre-versión, asociando la función del padre al deseo que en él se dirige a una mujer y lo articula a lo femenino.
  4. Juego de palabras entre mi dios, medio-dios, justo-medio (Aristóteles) y otra expresión que Lacan articulará a la función el padre: justo medio-decir acerca del deseo.
  5. Escribo con "s" este dicho de la paciente que puede parecer un neologismo, y que condensa la palabra "pozo" y el verbo "posar".
  6. Algunas de estas descripciones coinciden con un tipo específico de fobia llamado tripofobia o fobia a los agujeros. Pero no se trata de una clasificación estable o consensuada por la psiquiatría aún. Me explayé sobre este punto en el artículo El cuerpo en la fobia a los agujeros (2013).
  7. Condensación de la palabra trou, agujero, y la palabra traumatisme, traumatismo.
  8. Esta frase no fue enunciada en ningún momento, pero la tuve en cuenta como una construcción que sirve para leer los dichos de la paciente, y como una frase que tiene una eficacia inconsciente en la estructura que rige la relación madre-hija.
  9. Algo que la medicina y el lenguaje popular ha llamado también "síndrome de nido vacío".