Revista de la Cátedra II de Psicopatología | Facultad de Psicología | Universidad de Buenos Aires
ANCLA 6 - "Locuras y perversiones"
Septiembre 2016
CASOS

Sueños de libertad

Diana Algaze, Andrea Pirroni, Milagros Scokin

"Estos muros son especiales. Primero los odias. Luego te acostumbras a ellos. Después de un tiempo te aferras a ellos. Quedas institucionalizado."[1]
"Es preciso preguntarse qué lugar queda para las perversiones […] en una época en que el significante amo esta pulverizado […] Las "perversiones"… en liquidación; For sale!"[2]

Introducción

Nos proponemos abordar la temática de Locuras y Perversiones a partir de los interrogantes que nos plantea un caso clínico. Partimos del universal lacaniano "No hay Relación Sexual" y situamos que el nudo que cada ser hablante pueda tramar será una respuesta a ese "no hay". Frente a esto, la perversión como estructura subjetiva responde al mismo nivel que la neurosis o la psicosis.

Sin embargo, podemos aclarar que a partir del Seminario 16, Lacan deja de referirse formalmente a la perversión como estructura subjetiva para acuñar una nueva escritura de dicho concepto bajo la grafía "père-versión". Esta modificación no supone simplemente un cambio de nominación, sino que a nuestro entender diluye el concepto de perversión y abre el campo de "las" père-versiones.

Otros trabajos se han dedicado a desarrollar en profundidad dicho despliegue del concepto, por lo cual sólo resaltaremos algunas ideas directrices sobre la père-versión que luego intentaremos articular al caso propuesto.

Una de las referencias fundamentales la encontramos en el Seminario 22, allí la père-versión, en tanto función paterna, es situada por Lacan a modo de un cuarto nudo que mantiene unidos a los tres registros: "Nudo que parte de una disyunción concebida como originaria de lo simbólico, de lo imaginario y de lo Real […]", por ello "[…] sería necesaria esta función suplementaria de un toro más, aquel cuya consistencia habría que referir a la función que se dice del padre" (Lacan 1974, 78); por lo tanto la père-versión se ubica aquí como una respuesta y una estrategia de anudamiento posible frente al agujero estructural que designa el "no hay relación sexual" expresado en la disyunción entre los registros.

Otra de las ideas centrales la encontramos un poco más adelante, en el Seminario 23, donde Lacan afirmará "hay que suponer un cuarto que en esta oportunidad es el sinthome. Digo que hay que suponer tetrádico lo que hace el lazo borromeo -que perversión solo quiere decir versión hacia el padre […]" (Lacan 1975, 20).

Por otro lado, respecto al concepto de "locura", también es posible ubicar distintas conceptualizaciones dependiendo de la época de la enseñanza de Lacan que privilegiemos. En un primer momento la misma es definida como un pegoteo imaginario que conlleva la creencia en el ser; "la ingenuidad individual del sujeto que cree en sí, que cree que él es él, locura harto común" (Lacan 1954, 23)[3].

Más adelante, apoyándose en la teoría de nudos, Lacan llegará a situar a la locura como el efecto de la suelta de los registros: […] "el buen caso consiste en saber que si hay algo normal es que, cuando una de las dimensiones les revienta, por una razón cualquiera, ustedes deben volverse verdaderamente locos" (Lacan 1973, 74).

Por último, aunque no haya sido explicitado por dicho autor de esta manera, nos gustaría agregar otra interpretación posible de este concepto para aquellos casos en los que Lacan se refiere a un anudamiento rígido en el fantasma (Pirroni y Ulrich 2010)[4]; dicha rigidez sea quizá lo que llevó a Lacan a designar como "irreventables" a algunos anudamientos neuróticos.

A partir de lo anterior, podemos concluir que la locura, más que un concepto nosológico en sí mismo, ha sido la forma en que Lacan pudo nombrar distintos efectos de ciertos entramados posibles entre los registros.

Siguiendo estas ideas directrices intentaremos abordar un recorte clínico.

Presentación del caso

Florencia consulta en un equipo de Trastornos alimenticios por presentar síntomas de bulimia; con el correr de las sesiones se verifica que sus hábitos no incluían vómitos, sino que se trataba de comer compulsivamente. Desde el inicio se pudo definir a esta voracidad en términos de "comer lo que les sobra a los demás". También cuenta que se lastima de distintas maneras: físicamente, ya que se rasca hasta hacerse sangrar y psíquicamente por medio de sus autocríticas permanentes. Afirma que la mirada de la gente la lastima, refiriéndose a una mirada que no ve, que descuida al no registrar todas las ocasiones en que fue abusada por otro.

Florencia vive con su madre, su padrastro, su hermano y la familia de éste. La relación con su hermano está sesgada por el miedo, el odio y la competencia por la preferencia materna. Su padre trabajaba en una empresa de seguridad privada y falleció hace varios años sin conocerse las condiciones certeras de su muerte.

Relata sin demasiada afectación que cuando ella tenía seis años su padre le dijo que iba a matar a un hombre porque lo estafó, y efectivamente así lo hizo. Por este crimen estuvo preso ocho años y al poco tiempo de salir de la cárcel fue asesinado. Sobre ello hay versiones poco precisas y disímiles.

De su papá señala también que solía pegarle a su madre al punto de intentar apuñalarla estando la paciente presente. Cabe destacar que esta escena fue en una visita en la cárcel dado que este hombre ya estaba preso. Según parece su padre actuó así por celos. La paciente agregará: "era como un "oso" -por su tamaño-". De sí misma dirá algo similar.

Florencia y los hombres

Florencia comenta que en una oportunidad la pareja de su madre quiso besarla y ella se resistió. A partir de este episodio estuvo tres meses sin salir de su habitación. La mamá se enteró de los motivos de su encierro y aun así decidió perdonar a su pareja. Dicho accionar enojó mucho a la paciente y le instaló un fuerte rechazo hacia los hombres.

A su vez, cuenta que ocasionalmente mantiene encuentros sexuales con su vecino, Carlos, quien vive con su mujer. Relata que en una ocasión le avisaron que el padre de éste se estaba muriendo. "¡Hacé algo Florencia!" fue el pedido de Carlos a lo cual ella respondió realizándole masajes cardíacos a pesar de notar que el hombre ya estaba muerto. Una vez en su casa, y encontrándose sola, no pudo parar de reír compulsivamente.

Se la interroga sobre los motivos que la llevaron a intentar salvar y tocar a este hombre que sabía muerto, y comienza a relatar como si resultara graciosa, una secuencia de detalles de la escena bastante macabros, que interrumpe sólo ante la exhortación de su analista: "Basta, me hace mal"; intento de velar ese goce de lo horroroso y de lo obsceno. Florencia se detiene, y se disculpa.

Se señala el hecho de que, si ella no frena, si no pone un límite, finalmente está avalando el exceso del otro; ¿por qué espera el límite del otro?: "No puedo decir que no" es su respuesta.

Sin límites

Florencia cuenta que en una ocasión se emborrachó y se besó con una travesti, rompió un auto y anduvo desnuda por la casa de la cuñada. No recuerda nada de lo que hizo, "no estaba consciente".

Los fines de semana se queda despierta durante toda la noche hablando por teléfono mientras fuma y come. Relata que conoció a un chico a través de un chat telefónico, él le propuso un encuentro para conocerse, pero lo rechazó.

La peculiaridad que tienen estas charlas es que ella inventa personajes para presentarse: "Los adorno como me gustaría ser y no soy". La analista la invita a que hable de los personajes y relata que ella se describe como una chica que trabaja y estudia, "es bonita y tiene las cosas claras". Se muestra superada y relajada, "entonces la gente compra, cuando quiere adquirir el producto". Agrega, "No me considero linda, soy fea. No soy flaca".

Durante el día Florencia no realiza ninguna actividad, sólo duerme o se queda en su casa sin hacer nada; la posibilidad de buscar un empleo se dificulta seriamente pues trabajar le da miedo, la asustan "la libertad y la responsabilidad".

¿Qué Padre-Versión?

Considera que los hombres son superficiales, que sólo quieren acostarse con mujeres lindas. Está convencida de que cualquier hombre que se acerque la va a lastimar ya que todos lo hicieron, incluso su padre.

De la relación entre sus padres cuenta que su papá engañaba y golpeaba a su madre porque era celoso. "Eso a pesar de que tenía otra mujer y hacía vidas paralelas". "Él tenía cosas de psicópata, dormía con un arma bajo la almohada". Pero aclara: "Igual yo lo re quiero, si él hubiese estado vivo, todo sería diferente"; cree que no habría aparecido la pareja de su madre que abusó de ella, y que su hermano no habría hecho abuso de poder dentro de su casa; como si su padre hubiera podido operar de límite a su hermano y a otros hombres.

A partir de estos relatos se interroga: "¿Tendrá que ver con que yo me lastimo? Papá sí me lastimó".

La transferencia

Durante las sesiones Florencia solía relatar las cosas que iban sucediendo a su alrededor, así como sus miedos, quejas, maniobras para engañar al otro, etc.

La analista también tuvo su lugar en esta trama. En una oportunidad recibe un mensaje donde Florencia se disculpa por haberle mentido; en efecto, había relatado que tenía un trabajo nuevo y utilizó esa excusa para faltar a la sesión. Transmite su malestar por haber hecho eso: "estoy hecha bolsa".

También envía mensajes a su analista a modo de "desahogo", relatando que todos se habían olvidado su cumpleaños, que se sentía sola; se nombra "basurita, mierda, pelotuda". Dirá "yo tapo el vacío que hay, no soy nada, estoy llena de grasa. Soy eso".

En otra oportunidad escribe avisando que su hermano le "rompió la cabeza", cosa que literalmente había sido así, y que pensaba hacer una denuncia. En la sesión posterior comienza a hablar del miedo a su hermano y despliega un nuevo material sobre sus temores, por ejemplo, frente a la posibilidad de presentarse a un nuevo puesto de trabajo como estaba por ocurrir antes del incidente.

A su vez, dentro del tratamiento se fue trabajando la relación con su madre, el recorrido fue a partir de retomar una frase de su padre acerca del cuidado de su madre, pronunciada antes de cometer el asesinato. Florencia comentará que cuando quiere venir sola al tratamiento su mamá llora y le dice que no la quiere y la deja sola, "es como un piedra encima".

Tramos finales

Después de cierto tiempo de tratamiento, en unas vacaciones, Florencia viaja al campo a visitar a sus familiares y vuelve muy entusiasmada, tanto que quiere juntar dinero para poder volver. Se encontró con tíos y primos, quienes la "abrazaron de verdad" y le brindaron "cariño del bueno y del verdadero".

Sin saber bien por qué empieza a percibir cierto alivio y afirma que quiere dejar de ser gorda, quiere correr eso y ver cuál es el problema de verdad. "Todos tienen vida, yo no, la mía está hecha de lo que a los demás les sobra".

En ese momento cuenta por primera vez que tiene una gran deuda de teléfono por hablar con chicos del servicio penitenciario, conversaciones de "presos con presos", ya que define lo suyo como un auto encierro: "Me enganchaba en el chat telefónico con privados de su libertad". "Quiero saber qué están pasando ahí para saber lo que él -su padre- pasó". Por primera vez dice que ella quiere saber la verdad sobre la muerte de su padre.

¿La perversión de Florencia?

A la luz del material clínico surgen diversos interrogantes. Uno de ellos gira en torno a preguntar sobre si el caso puede o no ser pensado como una perversión. Ubicaremos ciertos rasgos como así también algunas coordenadas que se jugaron en el vínculo transferencial que podrían ser leídas en esa dirección.

Comenzaremos por la escena donde la paciente no ahorra detalles macabros a la hora de describir su accionar sobre el cadáver del padre de Carlos. También es de señalar que cuando se queda sola se ríe compulsivamente. Podríamos afirmar que esta escena es ofrecida a la mirada del analista que interviene limitando el relato al decir: "basta, me hace mal". Y la respuesta no se hizo esperar: Florencia se disculpa. Lacan en el seminario XVI afirma: "En este campo del Otro, en la medida en que se encuentra desierto de goce, el acto exhibicionista se plantea para hacer surgir allí la mirada" (Lacan 1968, 231).

Considerada en su totalidad, la situación muestra que la paciente se detiene ante la angustia del otro. El "basta, me hace mal" que muestra en acto la división subjetiva, hizo que operase la vergüenza y lo obsceno quedó limitado a un medio decir… A su vez, en ese mismo seminario el autor sostiene: "el perverso se dedica a tapar el agujero del Otro. Para realzar las cosas, diré que hasta cierto punto es partidario de que el Otro existe. Es un defensor de la fe" (Lacan 1968-69, 231).

Creemos que hacerle lugar a la angustia del otro -en este caso el analista- es más bien un indicador de que no cree en el Otro; ya que abre cierto lugar a su barradura, a la falta. Si se hubiera tratado de una presentación perversa en términos de estructura, posiblemente hubiese redoblado la apuesta, por así decirlo, y la descripción hubiera devenido casi un relato terrorífico.

Parece importante entonces intentar encontrar la especificidad de la perversión bajo los lineamientos de si el sujeto se oferta o no al Otro bajo la forma del objeto a para restituirle un goce. Si Lacan sostiene que es defensor de la fe y llega a nombrarlo un "cruzado" es precisamente porque el perverso sabe de la falta y no retrocede ante la misma en aras de darle al Otro lo que le pertenece; de ahí que se lo considere el más creyente de los fieles.

El autor advierte sobre este punto diciendo: "¿debemos seguir fiándonos enteramente de que estos fantasmas neuróticos nos permitirán reclasificar la perversión, transformarla desde afuera a partir de una experiencia que no proviene de los perversos?" (Lacan 1968, 228). Esta es una referencia fundamental a la hora de pensar cómo intervenir en la clínica.

Goce del Otro

Habiendo despejado la cuestión diagnóstica, nos sigue interrogando el modo en que Florencia se relaciona al Otro. Nos preguntamos entonces cómo poder leer dicha modalidad. "En definitiva sin embargo hay algo absolutamente radical: es la asociación en lo que está en la base, en la raíz misma del fantasma, de esta gloria de la marca, la marca sobre la piel en que se inspira, en ese fantasma, lo que no es otra cosa que un sujeto que se identifica como siendo objeto de goce, [...] ¿es seguro que esto quiera decir el goce del Otro? Seguro. Esta es una de las vías de entrada del Otro en su mundo y seguramente, no refutable. Pero la afinidad de la marca con el goce del cuerpo mismo, es precisamente ahí donde se indica que se trata solamente del goce […]" (Lacan 1969-1970, 52).

Florencia se nombra "basurita, mierda, pelotuda". A su vez, relata un sinfín de excesos que la exponen a riesgos varios entre rascarse y lastimarse, como así también a situaciones donde, como supo expresar: "no estaba consciente". Siguiendo la cita de Lacan el sujeto se identifica a la gloria de la marca como siendo objeto de goce del Otro, sumado a que dicha marca es en el cuerpo. ¿Cómo leemos esto en el caso? La paciente casi lo pone en serie: asocia que ella se lastima porque su padre la lastimó. La peculiaridad de esta presentación radica en que del Otro ella sólo tiene acceso a ser ese objeto resto, la que come sobras… casi casi que ella sobra al Otro.

La referencia destacada por Lacan habla del armado fantasmático para la neurosis; nos preguntamos entonces mediante qué herramienta se hace posible que ese fatal destino de devenir objeto de goce del Otro sea equivocado. Resuenan las père-versiones…

Locura y la père función

"Si hay algo verdaderamente sensacional en ese recurso al mito de Edipo [...] es precisamente lo que designa como lo más substancial de la religión: la idea de un padre todo amor. Y es precisamente lo que designa la primera forma de las tres que él aísla en el artículo que yo evocaba hace un rato de "La Identificación" la identificación de puro amor al padre. El padre es amor, y lo primero que hay que amar en este mundo es el padre (Lacan 1970, 105).

La cita es contundente, conecta de lleno al padre, al amor y a la identificación; y se encuentra en el seminario XVII, dato que no es menor en tanto Lacan trabaja los discursos y la puesta en función del Inconsciente.

Si pensamos que "La normalidad no es la virtud paterna por excelencia" (Lacan 1974-75, 59) ¿de qué depende que devenga, un parlêtre, incauto del inconsciente?, ¿qué es lo que lleva a que opere o no la función paterna?, ¿qué distingue a un hombre de un padre en tanto encarnando dicha función?

Nos interroga también la posición de su madre, que no puede alojarla amorosamente, y los efectos enloquecedores de dicha carencia.

La posición y el discurso de la madre instalan de forma rígida una versión precaria del amor que colabora en la fijeza y la creencia en las identificaciones de Florencia. Creencia férrea que sostiene la fórmula "soy la basurita del otro". Esto se verifica fundamentalmente en la presentación subjetiva al inicio del tratamiento y el modo en que Florencia parecía no ser afectada ni conmovida por ningún acontecimiento de su vida. Podríamos pensar esta posición inicial a modo de una locura irreventable, efecto de una rigidización del fantasma.

Un nuevo amor

Lacan justifica la intervención del analista situando que éste es llamado a operar cuando haya un penar de más. Vaya si este caso no da claras muestras del sufrimiento de un ser hablante frente a los avatares de Otros que la dejan caer. Creemos que el encuentro con su analista equivocó ese destino. ¿De qué modo? No hay duda que algo pasó en ese lazo, algo nuevo se habilitó.

En el vínculo transferencial ella pudo mentir, ausentarse, ser limitada en sus excesos, saber de la falta y hacerle falta al analista… tuvo un lugar en un Otro -ahora sí- que no la soltó cuando intentó una y otra vez montar la escena de la "basurita". Consideramos que ese fue el modo inédito que hizo viable que Florencia decidiera viajar y el azar le permitiera encontrarse con algo novedoso en lo familiar: fue "abrazada de verdad" y le brindaron "cariño del bueno y del verdadero", tal como supo referir.

Fue necesario este rodeo para que la pregunta por el saber tuviera lugar. Precisamente es al regreso de ese viaje que la paciente afirma: "Quiero saber qué están pasando ahí -los presos- para saber lo que él -su padre- pasó", quiere intentar saber cómo se sentía su padre en la cárcel: "Habrá tenido miedo"... esbozo de respuesta. Dice además que ella quiere saber la verdad sobre la muerte de su papá.

Del padre gozador, excesivo, criminal, a uno preso, sufriente y finalmente, muerto. ¿Por qué esto podría ser relevante? Porque creemos da cuenta de que finalmente ese Otro sí queda agujereado; es gracias a que algo puede ignorarse que se habilita versionar lo paterno, para construir relatos y saberes posibles, completamente nuevos que habiliten, eventualmente, lugares inéditos para un sujeto.

Decíamos con Lacan, "El padre es amor, y lo primero que hay a amar en este mundo es el padre". Agregaríamos que hay que amar y armar… algo que Florencia fue invitada a hacer en el encuentro amoroso con su analista.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

  • LACAN, J. (1946): "Acerca de la causalidad psíquica". En Escritos 1, Siglo XXI, México, 1984.
  • LACAN, J. (1968-69): El Seminario. Libro 16: "De un Otro al otro" Paidós, Buenos Aires, 2008.
  • LACAN, J. (1969-70): El Seminario. Libro 17: "El reverso del psicoanálisis". Paidós. Buenos Aires, 2002.
  • LACAN, J. (1973-74): El Seminario. Libro 21: "Les non dupes errent". Inédito.
  • LACAN, J. (1974-75): El Seminario. Libro 22: "RSI". Inédito.
  • LACAN, J. (1975-76): El Seminario. Libro 23: "El sinthome". Paidós. Buenos Aires, 2006.
  • SCHEJTMAN, F. (2007): "La liquidación de las perversiones". En Ancla -Psicoanálisis y psicopatología-, Revista de la Cátedra II de Psicopatología de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, 1, 2007.
  • PIRRONI, A. y ULRICH, G. (2010): "Locuras que atan". En Ancla -Psicoanálisis y psicopatología-, Revista de la Cátedra II de Psicopatología de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, 3, 2010.

NOTAS

  1. De la película "Sueños de libertad", 1994.
  2. Schejtman 2007.
  3. En el escrito "Acerca de la causalidad psíquica" la referencia a la locura es trabajada a partir de las ideas de Hegel en la misma dirección de lo situado: "Tal es la fórmula general de la locura que encontramos siempre, como una estasis del ser en una identificación ideal" (Lacan 1946).
  4. Se retoma la propuesta de lo trabajado en el texto "Locuras que atan" (Pirroni y Ulrich 2010).