Apuntes "¿originales?" sobre el Hombre de las ratas
Introducción
Como todos sabemos, Freud escribe el historial del Hombre de las ratas en el año 1909, al final del cual Strachey agrega un apartado bajo el título "Anexo. Apuntes originales sobre el caso de neurosis obsesiva". En su "Nota introductoria" a dichos apuntes nos comenta que Freud solía destruir el material que utilizaba para la producción de sus publicaciones luego de realizadas las mismas pero que este caso ha sido la excepción, ya que entre los papeles hallados en su casa de Londres, se encontraron estos manuscritos sobre las sesiones que tuvo con quien se convertiría en "El hombre de las ratas". Sostiene Strachey que "Escrito en las hojas de gran tamaño que habitualmente gozaban de la preferencia de Freud, el manuscrito contiene sin duda las anotaciones de las cuales se nos dice (cf. Pág. 128, n. 2) que fueron hechas «al anochecer del día de tratamiento»" (Freud 1909, 197).
Juguemos un poco entonces, de la mano de estos apuntes, a ubicar una lectura "original" de los mismos. Esta originalidad no se propone a modo de ir a una interpretación inédita y ambiciosa de aquellos, cosa que luego de los valiosos y rigurosos textos escritos sobre este historial sería un acto de arrogancia insensato; sino de ensayar algunas hipótesis sobre los elementos que nos presentan estos "Apuntes originales…", que nos permitan una articulación con la lectura propuesta por Lacan, pero no tanto desde los textos en los que explícitamente se ha referido a este historial, sino desde elaboraciones realizadas en seminarios posteriores.
Realizaremos para ello un recorte de algunos elementos de los "Apuntes originales…" que nos parecen centrales para ampliar el caso y que nos permitirán sostener otra lectura que la freudiana del Historial en algunos puntos. Luego intentaremos articular dichos elementos con algunas elaboraciones introducidas por Lacan en algunos de sus últimos Seminarios. Abordaremos centralmente el concepto de lalengua en su distinción con el de lenguaje, e intentaremos pensar ciertas relaciones entre ellos, la locura y la père-versión. En este pequeño recorrido buscaremos inyectarle una cuota –¡nunca más atinado!– de teoría al relato freudiano en un intento de formalización clínica.
La "rata" y lo materno en los "Apuntes originales…"
Empecemos recortando algunos elementos que nos parecen centrales a la hora de ensayar ciertas lecturas del historial que nos permitan ampliar aquello transmitido en la versión oficial publicada por Freud.
En principio, al leer los "Apuntes originales…" la sensación que surge es que lo materno –utilizando la designación "lo materno" de aquí en más como un modo de referencia a los elementos que hacen a la historia, los dichos y las escenas en las que interviene la madre del paciente– está prácticamente ausente. Quizá el único punto en que adquiere cierto peso esta cuestión durante el historial es allí donde Freud hace referencia a la ya famosa presentación del "plan de la familia" que según fundamenta, funciona a modo de un ocasionamiento reciente de la enfermedad, es decir, de una circunstancia que produce un nuevo estallido o agravamiento de la enfermedad, ya desencadenada con anterioridad.
Si bien el proyecto del plan marital es presentado por boca de su madre, según relata el paciente, sabemos que Freud supone que el mismo ha escuchado esa propuesta como un designio de la voluntad paterna. La interpretación de dicha escena es compartida por Lacan quien ubicará allí la intervención freudiana que plasma dicha lectura como una interpretación "inexacta pero verdadera". Será inexacta ya que no responde a lo efectivamente acontecido en la biografía del paciente, pero obrará revelando un punto de verdad en tanto ubica al paciente "perturbado" por aquello que el padre juzgaría más conveniente para su vida.
Pero bien, leyendo los "Apuntes originales…" se puede encontrar toda una vertiente de la relación entre el paciente y su madre que se despliega al menos en dos grandes cuestiones: lo asqueroso y el dinero. Freud lo dice a su modo, sin llegar a formalizarlo… "Respecto de las ratas, le falta una contribución que tiene por meta a la madre, a raíz de la cual la más fuerte resistencia parte de la madre" (Freud 1909, 229).
Vale la pena, para entender esta afirmación Freudiana, tomar en consideración la "prehistoria del Hombre de las ratas", pero en esta oportunidad, ligada a la historia de su madre. El paciente había contado, según nos dice Freud, que su madre era hija adoptiva de los Rubensky, una familia judía que la había maltratado bastante. Había hablado también de uno de los hijos de esa familia que encontraba cierta excitación en realizar acciones morbosas, agregando en su descripción de aquella sesión que surgía al hablar de ello: "Una imagen onírica de una rata grande y gorda que tenía un nombre y era como un animal doméstico" (Freud 1909, 227). Luego agregará que el material del paciente "Parece contener la conexión de dinero y crueldad con las ratas, por una parte, y con el padre, por la otra, y ha de desembocar sin duda en el matrimonio del padre" (1909, 228).
Como es sabido por Freud, el plan familiar significaba que los Rubensky habían ofrecido instalarle al paciente un bufete cerca del Mercado de Hacienda y procurarle clientes, cosa que interesaba especialmente a su madre, continuamente preocupada e interesada por los gastos de dinero que pudieran hacerse. Dicha preocupación hacía que llevara una estricta contabilidad del hogar y se quejara a menudo de tener que privarse de cosas –no así de dicha queja–. De hecho, es tras sostener Freud que las ratas reciben una contribución en relación a la madre del paciente que advierte sobre aquella equivalencia que él mismo hacía entre "ratten" y "raten" –ratas y cuotas respectivamente–.
Al respecto resulta central ubicar un dato más, el paciente había renunciado a su herencia y la había entregado a su madre para que ésta la administre. Ella le daba pequeñas cuotas (raten) y le reprochaba los gastos que le parecían sin sentido –seguramente entraban allí los placeres y gustos del joven paciente–. El Hombre de las ratas, según Freud identificado a su padre, se las arreglaba a veces para ayudar en secreto a los amigos cuando necesitaban dinero. Pequeña estrategia que lo ubica pudiendo escapar de la mirada controladora de la madre.
Tomemos al respecto un sueño del paciente y ensayemos otra lectura que la freudiana. El paciente relata "Yo voy por la calle, en el camino hay tirada una perla; quiero inclinarme para levantarla, y cada vez que quiero inclinarme, ella desaparece. A cada dos o tres pasos vuelve a aparecer. Me digo: "Si tú no lo tienes permitido"". Freud agrega inmediatamente que quizá se trate de una prohibición por parte de su padre. Pero el paciente asocia con un recuerdo: "hace poco en la ciudad había visto un collar de perlas y pensó que si tuviera dinero –el resaltado es nuestro– lo compraría para ella. «Perla de niña», le decía a menudo a ella [la dama]…" (Freud 1909, 214). Si no traemos a cuento inmediatamente la prohibición paterna, ¿podríamos pensar acaso que es la economía gozosa de esa madre –de la cual el paciente no puede desentenderse– la que hace desaparecer la posibilidad de atrapar esa perla?
El padre, según Freud, incitaba al paciente de pequeño para que robe plata del monedero de su madre, muestra que esa preocupación monetaria antecedía la muerte del padre por un lado, pero por otro, que también allí el padre mostraba cierta… cobardía. Desde esta perspectiva si "ser un criminal" puede pensarse como un relicto ligado a la falla de amor en la historia del padre (Mazzuca 2012), quizá pueda pensarse que "ser un cobarde" simbolice más bien la falla a nivel de las complicaciones con el dinero.
Creemos conveniente entender esta "falla" a nivel del dinero no en el sentido de lo beneficioso o no de manejarse de una forma u otra con el mismo, sino en tanto señala un punto espinoso entre su padre y su madre, allí donde a su padre le resultaba complejo lidiar con su mujer y prefería mandar al pequeño a que lo solucione. Es decir, se dibuja allí un punto de desencuentro absoluto entre sus padres, punto donde se revela que no hay relación. Recordemos… "y ha de desembocar sin duda en el matrimonio del padre" (1909, 228).
El padre cobarde que manda a robar al hijo, sí, podría ser una lectura posible, ¿pero si ensayamos otra y decimos que había algún saber hacer del padre para "arreglarse" con esa neurosis de su mujer en relación al dinero? Si en un análisis se trata de jugar con las versiones del padre, ¿no convendrá, llegado el momento oportuno, sugerir más que una falla paterna un recurso frente a la mujer en cuestión apelando al armado de otra père-versión que posibilite hacerle algún lugar al deseo, sino al goce paterno en justa medida? ¿Habría aliviado esto al Hombre de las ratas? Quizá tomar ese rasgo del padre habría sido interesante a modo de un saber hacer, pero en ese punto creemos que la insistencia de Freud en sostener al padre en su papel de castrador-castrado, entorpeció la posibilidad de hacer algunas lecturas que lo propongan más vivo, más deseante, o incluso más divertido, como al parecer lo era. Retomaremos estas ideas más adelante.
Resta decir que aparece, en relación a lo anterior, junto con la idea de que el padre se casó por ventajas económicas con su madre y no por amor, la determinación de que debe ahorrar para no verse obligado a traicionar a su amada ya que aborrece "la pobreza que lo compele a uno a cometer tales crímenes". Pero a la vez "cede todo su dinero a la madre porque no quiere tener nada de ella… no es dinero bendito" (Freud 1909, 233). Mezcla de dignidad y avaricia que se pone en juego en la transferencia con Freud "20 coronas son bastante para el parch" –persona terca y obstinada, también avara– (Freud 1909, 33).
Parece que, en el terreno de la elección amorosa, aquella estrategia de ocultar algunas maniobras a la mirada de su madre no resultaba posible. Quizá la elección de una mujer no resultaría compatible con sostener a esa pobre madre, tan privada de todo, que cuyo envés no podría ser otro que erigirse como una voracidad angustiante. Entrampado, el Hombre de las ratas, intenta hacer del tiempo un instante eterno que le permita no decidir –cuestión que ya se ha desarrollado en otros textos[1] con profundidad, por lo cual no será desplegada aquí–.
Resulta interesante un señalamiento que se halla en la sesión del 27 de diciembre, el paciente comenta que el padre nunca había querido hacerse bautizar, pero lamentaba mucho que sus antepasados no le hubiesen ahorrado ese desagradable asunto… Su bautismo, según señala Freud, hubiera puesto fin a todo plan de parte de los Rubensky. Su padre le había manifestado que podía elegir el cristianismo, pero evidentemente no lo había hecho acto. Bautizar implica según la Real Academia Española, además de brindar el acto del bautismo, poner nombre a algo. Quizá el nombre transmitido por el padre en un acto simbólico, apoyado en el Dios padre del cristianismo, no hubiera sido poca cosa en relación al peso que –podemos notar–, adquirió el apellido Rubensky, así como la posición que su fantasma auguraba al paciente tras el plan de matrimonio –¿otra rata para que los Rubensky torturen?–.
Finalmente, una fantasía del paciente respecto a su madre, la idea de que era una prostituta, y el relato de que se peinaba con unas trenzas tirantes que llamaba "rabo de rata". ¿No puede ubicarse aquí algo que el paciente percibe aun siendo un niño, un goce materno ligado al dinero que el niño traduce como puede? Freud dice que transformar el "ratten" en "raten" permitía al sujeto poder contarlo –en el sentido de lo contable–. Volveremos a esto más adelante.
Inicialmente nos referimos a dos cuestiones en relación a lo materno: el interés por el dinero –recién explorado–, y lo asqueroso, lo sucio, lo roñoso, etc. Y bien, como diría Freud, hay cosas que no pueden ahorrarse ser dichas si se pretende echar alguna luz, como por ejemplo lo que sigue… En la sesión del 12 de diciembre el paciente trae "un recuerdo muy temprano de cómo ella [su madre] yace en el sofá, se endereza y saca algo amarillo de debajo de su vestido, y lo pone sobre un sillón. En ese momento él quiso tocarlo, gran horror…" (Freud 1909, 231). Agrega enseguida un comentario que hacía su madre respecto a los propios olores, tras lo cual se justificaba sosteniendo que no se podía dar el lujo de bañarse a menudo porque resultaba costoso –el resaltado es nuestro–. Finalmente, una historia sobre los eructos de la madre y el recuerdo de que a los 12 años no podía comer por asco.
Hasta aquí llegamos con el recorte de los "Apuntes originales…", como dijimos al inicio, juguemos a hacer algunas hipótesis con ellos.
Lalengua: locura que anima
Lacan en el Seminario 20 introduce la noción de lalengua, "Lalengua sirve para otras cosas muy diferentes de la comunicación. Nos lo ha mostrado la experiencia del inconsciente, en cuanto está hecho de lalengua, esta lalengua que escribo en una sola palabra, como saben, para designar lo que es el asunto de cada quien, lalengua llamada, y no en balde, materna" (Lacan 1972-73, 166). A su vez, el lenguaje es definido allí mismo como una "elucubración de saber sobre lalengua" (1972-73, 167), lo cual desde la lógica de dicho seminario puede entenderse implicando el aporte de uno –o más– S2, que permitirían alguna interpretación de lalengua materna como S1. Lenguaje difícil de separar de lo que luego será definido como la père-versión, en tanto Lacan lo liga al inconsciente elucubración de saber, o en otros términos "inconsciente-cadena"[2] (Schejtman 2013).
En el Seminario 21, poco más adelante, dirá "lo que la experiencia [analítica] demuestra es que de lalengua, tal como la escribo procede lo que no vacilaré en llamar la animación, y por qué no, saben bien que no los fastidio con el alma; se trata de la animación en el sentido de un revolver, de un cosquilleo, de un rascado, de un furor; para decirlo todo: la animación del goce del cuerpo […] y bien, eso proviene de un goce privilegiado distinto del goce del cuerpo…" (1973-74, 84). Definirá luego al goce que anima al cuerpo como goce fálico aportado por lo que aquí llama "los semas" en tanto ese "algo que se encarna en lalengua" (Lacan 1973-74, 183).
Aquí el goce fálico es un goce que se agrega al cuerpo y produce dificultades, ubicándolo Lacan directamente en relación con el goce de lalengua "cualquier elemento de lalengua, es con respecto al goce fálico una brizna de goce" (Lacan 1973-74, 186). Creemos que vale la pena señalar la diferencia, precisada por Lacan en el seminario 23, entre el goce fálico y el "goce peneano", siendo que sitúa al primero como proveniente de la relación entre lo simbólico y lo real, mientras que al segundo lo ubica como un goce imaginario –entre simbólico e imaginario– y ligado al campo del sentido (Lacan 1975-76).
Podríamos decir que hay un goce ligado al falo –recién nombrado peneano– que es un goce generador de sentidos sexuales, y el sentido, al decir de Lacan "cuando no se lo trabaja es opaco" (Lacan 1973-74, 185). En esta línea señala luego que las palabras están hechas para ser "plegables", generando en cada pliegue diferentes sentidos y por el sentido "estamos obligados a imaginar lo que pensamos" (Lacan 1973-74, 90). De la mano de estas ideas Lacan propone recordar la importancia que tiene rescatar en un análisis "el material de lalengua".
A partir de estos desarrollos podemos extraer algunas derivaciones, hay algo de lalengua que enloquece al cuerpo, lo afecta de sentimientos que Lacan llama "enigmáticos" y que exceden el saber enunciable por el ser que habla –o parlêtre–. Pero también lo animan, le producen un cosquilleo, lo mueven. Locura de los elementos de lalengua, que se agregan al goce del cuerpo generando problemas.
Sin más rodeos proponemos leer el "Rat" del historial que venimos comentando justamente como ese elemento de lalengua que enloquece y que Freud logra aislar. Pero hay que agregar que en este caso, ese "Rat" que se pliega inundando casi todas las escenas de la vida del paciente, como efecto de su encadenamiento a sucesivos S2 crea sentidos, muchos de ellos opacos. Locura de otro orden, mentalidad, inflamación del pensamiento, de la conciencia y de los afectos perturbadores –en sentido amplio–, que la neurosis obsesiva nos testimonia.
Apliquemos esta lógica a algunas de las cuestiones que recortamos: Freud nos decía que transformar el "ratten" en "raten" permitía al sujeto poder volver contable algo que no lo era, "Ahora bien, ratas {ratten} significa para él realmente… cuotas {raten}", "Él cuenta ahora en ratas" (Freud 1909, 225). Si proponemos a la rata, no solo en relación a las deudas del padre, sino a la prehistoria de la madre, ¿no se ve que algo resta a esas deudas?, resta esa "contribución que tiene por meta a la madre, a raíz de la cual la más fuerte resistencia parte de la madre" (Freud 1909, 229), o incluso otra forma de pensar "el germen del delirio".
Podemos situar allí la rata de los Rubensky que la imagen onírica testimonia –quizá un nombre para lo traumático en su madre–, la rata en cuanto a traducción de un goce materno, el sentimiento que lo asqueroso –¿y obsceno?– de su madre le despierta, en este sentido el "Rat" desencadena, enloquece. Queda planteada la pregunta respecto a la relación entre el goce de lalengua y el goce materno. ¿Podemos pensarlos disyuntos? Por otro lado, ¿Habría forma que en un análisis no reste siempre algo a la versión paterna que anuda? ¿Resultará fecundo dejar ese espacio abierto a lo que resta ex-sistiendo a aquello que la función paterna puede metaforizar, contabilizar?
Quizá convenga finalmente detenerse en la relación que la propia madre del paciente sostenía con el goce fálico, sus quejas, su preocupación por lo contable, su insatisfacción permanente son algunos indicios. ¿Qué lugar en ella para lo femenino, para la contingencia, para lo sin-sentido como un más allá del falo?
Reflexiones finales
¿Qué define la locura desde esta perspectiva: el goce fálico como "brizna" de lalengua, o la versión paterna que se monta sobre él, transmutándolo en una multiplicidad de sentidos que no llevan sino a imaginar lo que se piensa sin descanso? Aquí también resta algo, por suerte, que deslizamos en esta última pregunta, interrogar con precisión qué conviene entender por goce fálico y qué lo conecta o diferencia de otros campos de goce.
Finalmente ¿Qué haría que una père-versión sea más "loca" que otra? Si seguimos a Lacan, de aquel enjambre de lalengua, un elemento es traducido como letra de goce haciendo síntoma-letra (Lacan 1974-75), he ahí el valor último del "Rat". A su vez, ya varios textos han desplegado la función de la père-versión sobre esta letra, suelta, de goce, y han dejado claro que no se trata de suprimir el sinthome que la père-versión sostendría como suplencia –es decir, no se trata de eliminar el 4to nudo[3]–.
Hemos sugerido que tomando la distinción entre lalengua y el lenguaje, y acercando la posibilidad de armado y operatoria del segundo a la función paterna, podemos situar dos órdenes de locura diferentes, una ligada a la afectación del cuerpo, y otra a la insistencia de los sentidos psíquicos, fantasmáticos, edípicos.
Locuras inextirpables por el hecho de habitar el lenguaje –nos centramos en las neurosis, como ya se habrá advertido–. Pero no por dicha condición éstas se vuelven inabordables, pensamos que se trata, como fuimos deslizando, de construir en cada caso una versión paterna más agujereada, es decir, donde la consistencia del Otro pueda admitir algunos agujeros por donde circule lo no enunciable, el deseo, el goce, el amor. "[…] El psicoanalista es una ayuda […] puesto además el Otro del Otro es lo que acabo de definir hace un instante como ese agujerito" (Lacan 1975-76, 133). Y bien, se trata de verificar ese agujerito con ayuda del psicoanalista, así como también de que los otros campos de goce se agujereen, es decir, que tanto el goce fálico como el sentido se tornen menos consistentes. Creemos que se logra despejar, desde esta perspectiva, cualquier lectura de sentido respecto a cómo entender la locura.
Finalmente, se trata de concebir que ese "Rat" –en este caso, o los elementos de lalengua que correspondan singularmente en cada caso–, no quede a cuenta del padre o de la madre en la versión edípica en cuestión, sino de lalengua, y de que con ella se pueda hacer alguna otra cosa que plegarla indefinidamente generando sentidos opacos que suplan a la relación sexual que no hay, no en todos los casos al menos, dejando lugar a la contingencia.
Para un paciente obsesivo como el que inspiró este trabajo, la posibilidad de no pensar todo el tiempo quedando inhibido y mortificado por el sentido no será poca cosa, pero para eso, deberá tolerar primero que algo "no cierre".
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
- FREUD, S. (1909): "A propósito de un caso de Neurosis Obsesiva", En Obras completas, Buenos Aires, Amorrortu editores, 1986, X.
- GODOY, C. (2012): "Conciencia y muerte en la Neurosis Obsesiva", En Elaboraciones lacanianas sobre la neurosis, Grama, Buenos Aires, 2012.
- LACAN, J. (1955): "Variantes de la cura-tipo", En Escritos 1, Siglo XXI, México, 1984.
- LACAN, J. (1972-1973): El Seminario. Libro 20: "Aún", Barcelona, Paidós, 1981.
- LACAN, J. (1973-1974): El Seminario. Libro 21: "les non dupes errent", Inédito.
- LACAN, J. (1974-1975): El Seminario. Libro 22: "R.S.I.", Inédito.
- LACAN, J. (1975-1976): El Seminario. Libro 23: "El sinthome", Buenos Aires, Paidós, 2006.
- MAZZUCA, S. (2012): "Criminal". En Elaboraciones lacanianas sobre la neurosis, Grama, Buenos Aires, 2012.
- SCHEJTMAN, F. (2012): "Reversiones tóricas: histeria y obsesión". En Elaboraciones lacanianas sobre la neurosis, Grama, Buenos Aires, 2012.
- SCHEJTMAN, F. (2013): Ensayos de clínica psicoanalítica nodal", Grama, Buenos Aires, 2013.
NOTAS
- Especialmente Godoy, C. "Conciencia y muerte en la Neurosis obsesiva", en "Elaboraciones lacanianas sobre la neurosis", Grama, 2012. ⤴
- "Puede decirse así que el inconsciente-cadena significante, fomentando la cópula del S1 con el S2, produce efectos de significación que, ordenados por el nombre del padre, la adjetiva –a esa significación– como fálica…" (Schejtman 2013, 53). ⤴
- Véase especialmente "Elaboración del sinthome en la última enseñanza de Lacan" en "Ensayos de clínica nodal", cap. 2. ⤴