J. Dahmer, asesino serial: ¿psicótico o perverso?
El 22 de julio de 1991, los vecinos de un barrio de Milwaukee (Wisconsin, Estados Unidos de América), quedaron totalmente sorprendidos cuando se enteraron que cerca de sus casas había vivido durante años, y llevado adelante muchas de sus cruentas actividades, uno de los asesinos seriales más famosos de la historia: Jeffrey Dahmer, quien pasó a ser conocido como "El caníbal de Milwaukee". Ese día, Dahmer fue detenido por la policía y posteriormente fue condenado por haber asesinado a 17 hombres entre 1978 y 1991.
Ahora bien, pensemos en el término "asesino serial": el mismo fue acuñado en los años setenta por el agente del FBI, Robert Ressler, quien trabajó durante veinte años en esa institución volviéndose el especialista y pionero en la elaboración de perfiles psicológicos. Según el FBI, los asesinos seriales son personas que matan por lo menos en tres ocasiones en un período de tiempo de más de un día entre un crimen y el siguiente, el asesino no tiene relación previa con las víctimas; y aparentemente, el crimen ocurre al azar o sin conexión con los otros. En general, estos asesinatos impresionan por la manifestación de un sadismo extremo, acompañado de la necesidad de obtener el control de la víctima. Según su definición, se considera que estos crímenes son resultado de una compulsión, que puede tener sus orígenes en ciertos desajustes psicopatológicos.
Si nos atenemos a esta caracterización, es claro que Dahmer entraría dentro de la clasificación de "asesino serial". Ahora bien, ¿qué nos dice ésto específicamente de J. Dahmer? Muy poco. En realidad, el término "asesino serial" sólo resalta la idea de "serie" de asesinatos, y se dejan de lado las particularidades de cada asesino. Podemos pensar que dentro de este concepto pueden incluirse sujetos con distintas motivaciones, satisfacciones y diagnósticos. Por eso, la propuesta de este trabajo es, basándonos en la información que podemos extraer de diversas fuentes (libros, documentales, entrevistas realizadas a Dahmer que pueden verse en internet), intentar establecer ciertos criterios para arribar a un posible diagnóstico de este caso en particular.
Historia de un asesino serial
Jeffrey Dahmer nació el 21 de mayo de 1960, en Milwaukee. Fue el hijo primogénito de Lionel Dahmer y Joyce Flynt. Seis años después nació su único hermano, David. Su padre era químico y por cuestiones de trabajo la familia se vio obligada a trasladarse con frecuencia, hasta que, en 1967, se instalaron en Ohio, donde Jeffrey pasó el resto de su infancia y adolescencia.
En algunas entrevistas, su padre cuenta que "de chico, Jeff era un niño muy curioso". Relata que alrededor de los 10 años, Jeffrey empezó a matar animales "para ver cómo eran por dentro", coleccionando sus huesos. Paralelamente, fue volviéndose más tímido e introvertido. Su padre dirá que sentía que su hijo "no estaba a gusto con la gente". Durante el secundario, era considerado por sus compañeros como alguien "raro, extravagante y que tenía problemas con el alcohol". El propio Dahmer dirá que en esa época descubrió que le atraían sexualmente sólo los hombres, pero que sus fantasías sexuales se mezclaban con otras donde los asesinaba y los descuartizaba. En una entrevista referirá: "A los 14, 15 años, empecé a pensar obsesivamente en la violencia mezclada con el sexo. Cada vez era peor". Dirá que una de sus fantasías consistía en "tumbarse al lado de un hombre inconsciente" y que encontró en la bebida un modo de olvidarse de estas ideas que cada vez se tornaban más obsesivas.
Antes de cumplir los 18 años, sus padres se divorciaron. Su padre se fue de su casa y su madre estaba algún tiempo con él, pero también se ausentaba bastante, llevándose al hermano menor de Dahmer. Su padre lo convenció de ir a la universidad, y en 1978 ingresó en la Ohio State University, pero abandonó luego de unos meses debido a sus problemas con el alcohol. Al año siguiente, su padre lo convenció para entrar al ejército, pero permaneció sólo un par de años porque fue dado de baja por su alcoholismo.
Inmediatamente después de terminar el secundario, en julio de 1978, mató a su primera víctima. Dahmer iba en auto a su casa y encontró a Steven Hicks haciendo dedo en la ruta. Le ofreció llevarlo a su casa para tomar algo. Una vez ahí, comenzaron a beber, pero cuando Hicks quiso irse, lo golpeó en la cabeza con una pesa y luego lo estranguló. Según declaró a la policía varios años después, hizo esto porque el joven quería marcharse y él no quería dejarlo ir. Luego lo desmembró, puso sus restos en bolsas de plástico y metió las bolsas en su coche con la intención de tirarlas por un barranco. A medio camino, la policía lo detuvo por conducir demasiado a la izquierda. Le preguntaron por las bolsas que llevaba en el asiento trasero y él contestó que era basura. Los policías le creyeron, le hicieron una multa y lo dejaron ir.
Dahmer volvió a su casa con los restos del cadáver y los guardó en una tubería. Después de abandonar la universidad y volver del ejército, desenterró los restos, destruyó los huesos y los esparció en un bosque cercano. Abandonó la casa familiar y se marchó a Miami sin decirle nada a su familia. Cuando se quedó sin dinero, llamó a su padre, quien lo mandó a vivir con su abuela en Milwaukee.
Pasaron casi diez años hasta su siguiente crimen. Durante ese tiempo, dejó de beber, pareció estabilizarse, consiguió trabajo y comenzó a frecuentar la iglesia a la que asistía su abuela. En una entrevista, refiere que luego de unos años de vivir ahí "un hombre le entregó una nota en que le ofrecía servicios sexuales" y que eso fue "un punto de inflexión para él".
En 1987, comenzó a frecuentar bares del ambiente gay. En septiembre de ese año, conoció a Steven Toumi en un bar. Bebieron y fueron a una habitación de hotel. Dahmer no recuerda cómo lo asesinó, sólo que cuando despertó a la mañana descubrió que Toumi estaba muerto. Llevó el cadáver al sótano de la casa de su abuela, tuvo sexo con él, y lo tiró a la basura. Refiere que a partir de ese momento dio "rienda suelta" a su obsesión.
En los meses siguientes, asesinó a 12 hombres más. Con todos procedía de la misma manera: los invitaba a tomar algo, mezclaba alguna droga en la bebida y los llevaba a su casa donde los asesinaba y descuartizaba. En una entrevista que le realizaron afirmaba que "no quería hacer daño a nadie", y que "por eso los estrangulaba, porque era la manera más humana de matarlos, la menos dolorosa".
En algunos casos, invitaba a sus víctimas a ver pornografía o sacarse unas fotos, los estrangulaba, tenía sexo y se masturbaba encima de su cuerpo. Luego tomaba fotografías del cadáver y de cada etapa del desmembramiento. Solía utilizar ácidos para deshacer la carne y los huesos, pero solía conservar la cabeza y los genitales como trofeo. Decía que quería que sus amantes se quedaran en la casa y ante la negativa de estos, los mataba. Otra de sus características era comerse parte de sus víctimas, ya que decía que "le daba la sensación de que empezaban a formar parte de él".
En 1991, con una de sus víctimas hizo algo distinto: le realizó unas trepanaciones en el cráneo para inyectarle ácido en el cerebro. Dahmer quería tener control sobre sus víctimas, y su intención al realizar las trepanaciones era convertirlos en una especie de zombie. Posteriormente dijo que se aficionó a crear un zombie porque "quería un amante silencioso, que hiciera todo lo que le pedía, y que se quedara haciéndome compañía". Referirá de aquella época que "cada vez tenía que hacer cosas más extrañas para satisfacer mis instintos". Quería que siguieran con él, pero que apenas tuvieran control sobre su cuerpo. Dirá que se los comía porque "de este modo sentía que eran una parte permanente de mí. Además, tenía curiosidad por ver cómo se sentía, quería que fueran parte de mí y eso me producía satisfacción sexual". Su propósito era matar el intelecto de la víctima y conservar el cuerpo vivo y obediente. Tales actos tenían como fin hacer desaparecer la expresión definitiva de la voluntad en todos ellos. Ese "tratamiento" particular los llevaba inevitablemente a su muerte.
En relación con la utilización de los cuerpos, Dahmer solía poner a los cadáveres en determinadas poses para luego fotografiarlos; argumentaba que era una manera de ejercer el control sobre ellos y que tuvieran el aspecto que él deseaba. Además, conservaba las fotos para masturbarse.
El 22 de julio de 1991, Tracy Edwards, su última víctima, consiguió escapar esposado. Unos policías los encontraron y fueron al departamento de Dahmer. Al revisar su habitación, descubrieron fotografías de cadáveres, restos humanos, y una cabeza en el congelador. Dahmer intentó huir, pero fue detenido.
Dahmer admitió haber practicado canibalismo, y que se masturbaba ante los restos humanos de aquellos que consideraba hermosos y a quienes no quería perder. Contó que "tenía la sensación de poder permanecer al lado de ellos si los mataba y conservaba sus cráneos". En el juicio declaró que "una de las personas le había gustado de verdad, así que había fileteado su corazón" y que mataba a aquellos hombres que le atraían, buscaba métodos para conservar los cadáveres y quedarse con ellos.
Jeffrey Dahmer asesinó a un total de 17 hombres. En el juicio, el jurado votó que estaba "legalmente cuerdo" y fue condenado a 930 años de prisión. El 28 de noviembre de 1994 murió en la cárcel, asesinado por otro recluso.
La pregunta por la especificidad del caso
La historia de Dahmer se plasmó en una película de 2002, titulada "Dahmer, el carnicero de Milwaukee". En la misma, se presenta a Dahmer como un perverso y no como un psicótico, ya que se enfatiza que gozaba haciendo sufrir a sus víctimas y luego comiendo sus restos. Pero si prestamos atención a los dichos de Dahmer, y a la modalidad con la que llevaba a cabo sus asesinatos, ¿podemos sostener dicho diagnóstico?
En su libro "Perversión, de la psychopathia sexualis a la subjetividad perversa", R. Mazzuca diferencia distintas conceptualizaciones acerca de la perversión. La primera que nombra es aquella que se encuentra ligada a los desarrollos de la psiquiatría. En este sentido, fue Krafft-Ebing quien estableció el término "perversión" para referirse a las distintas formas de desviaciones sexuales (como el fetichismo, travestismo, masoquismo, exhibicionismo), con el método descriptivo empirista de la psiquiatría clásica. Si abordamos este caso desde esta perspectiva, podríamos pensar que Dahmer sería considerado perverso, ya que su modalidad de satisfacción se desvía de las normas.
Pero si lo abordamos desde una lectura psicoanalítica, ¿seguiríamos manteniendo este diagnóstico?
¿Por qué Dahmer sería considerado perverso?
Volvamos a servirnos del citado texto de R. Mazzuca. En el mismo, al referirse al psicoanálisis, desarrolla los planteos de Freud y de Lacan con respecto al tema, concluyendo que desde la teoría freudiana no puede establecerse una distinción precisa de la perversión como estructura, y que esto recién se logrará con los desarrollos de Lacan, en particular aquellos posteriores al Seminario 10.
Planteará que Lacan, en la primera parte de su enseñanza, permanece muy cerca de las nociones de Freud, en especial las que éste desarrolla en los textos sobre Leonardo y sobre el fetichismo. De este modo, en esos primeros desarrollos, Lacan define las perversiones a partir de una oscilación entre la identificación del sujeto con la madre portadora de falo y la identificación con el falo materno mismo.
Posteriormente, como dijimos a partir del Seminario 10, trabajará la distinción entre neurosis y perversión a través de otros componentes de la estructura. Para eso es decisiva la introducción de la noción de goce y la construcción de una teoría del fantasma y del objeto a articulando sus funciones en relación con el deseo, por una parte, y con el goce, por otra. Solamente disponiendo de esas herramientas conceptuales llegará a producir una definición centrada en la posición del sujeto en la estructura absolutamente novedosa en relación con Freud: en la perversión el deseo asume la modalidad de voluntad de goce y el sujeto se identifica con el objeto como instrumento de goce del Otro. En consecuencia, predomina una forma particular de relación con el otro –tanto el otro, semejante, como el Otro. El sujeto perverso, al ubicarse en el lugar del objeto, vuelca sobre el otro la división subjetiva. Esto implica un particular manejo de la angustia, sobre todo la habilidad para encontrar y activar en el otro los puntos que despiertan su angustia. Y una posición ante el goce que se caracteriza por el deseo y la voluntad de hacer gozar al Otro, provocando la angustia en el otro, su partenaire.
Como plantea Mazzuca (2003, pág. 18): "Esta definición tiene el valor no solo de una distinción estructural sino también, como ocurre frecuentemente en Lacan, de herramienta para el diagnóstico, ya que nos permite descartar el diagnóstico de perversión cuando, a pesar de la presencia de perversiones en el sentido descriptivo (desviaciones o aberraciones), no se verifica esa posición del sujeto en la estructura. Correlativamente, hace posible reconocer una estructura perversa aún en aquellos casos en que las desviaciones con relación al objeto o al fin sexual son inexistentes".
En el texto, "Auxiliares de Dios" (2012, pág. 25), C. Godoy enfatiza la idea que Lacan plantea en el Seminario 16 de que el perverso se presta como "instrumento del goce del Otro", al cual se consagra. "En la perversión se tratará de restituir el objeto a al Otro porque es de ahí que éste proviene, es su resto perdido. La esencia de la perversión es, por lo tanto, restitutiva: reniega que en la constitución del sujeto en el campo del Otro se haya perdido un objeto. Por el contrario, él lo va a devolver, forzadamente, para otorgarle su plenitud gozante, su consistencia. No es lo mismo entonces "creer" en Dios que ser un "auxiliar de Dios", volverse un "cruzado", tornarse instrumento de su goce y sostén de su existencia.
Sirviéndonos de estos desarrollos, volvamos al caso Dahmer. Si sólo observamos los acontecimientos tal como se han presentado, parecería que nos encontramos con un caso de perversión, en tanto se podría considerar (como fue destacado en la película que mencionamos) que Dahmer gozaba matando a sus víctimas, que su modalidad de satisfacción pasaba por la tortura y el asesinato.
Pero eso sería quedarnos en una perspectiva más cercana a la psiquiátrica. Tratemos de considerar otros elementos, como el objetivo que el mismo Dahmer plantea que quería obtener: conservar a esos hombres que le atraían, lograr que se quedaran con él, y más aún, que pasaran a formar parte de él. Su propósito era matar el intelecto de la víctima y conservar el cuerpo vivo y obediente (por eso su intento de volverlos zombies), pero el tratamiento que realizaba sobre ellos los llevaba inevitablemente a la muerte. Es decir, no buscaba matarlos, en todo caso, era un efecto no deseado.
Recordemos los dichos de Dahmer, los estrangulaba, "porque era la manera más humana de matarlos, la menos dolorosa". Y si los mataba, era porque no lograba convencerlos de que se quedaran con él. Luego vendría el canibalismo posterior a la muerte de sus víctimas, como una forma de que "pasaran a formar parte de él".
Pero ubiquemos que ésto no lo hacía al servicio del Otro, sirviéndose de un partenaire al que somete, y donde se presentifica la angustia, posicionándose como objeto a produciendo que la división quede del lado de su partenaire. Entonces, ¿podríamos pensar estas manifestaciones que se presentan con una modalidad perversa como suplencias en una estructura psicótica?
¿Hay indicadores de psicosis?
En su libro ¿A quién mata el asesino? (2014, pág. 206), S. Tendlarz y C. García consideran que: "El gran problema que plantea el caso Dahmer reside en por qué la invasión de goce –en lugar de implementarse como algo "en más" sobre un cuerpo– se fija en un acto sobre un cuerpo cada vez más acelerado e irrefrenable. La repetición de las muertes que arman la serie es una búsqueda por regular ese goce. No obstante, este intento fracasa y por ello, se añade el tratamiento "especial" a los cadáveres. El acto mismo representa el empuje a matar; este empuje relanza a un nuevo crimen".
Estos autores destacan la aceleración en el tiempo y en el número de asesinatos que va cometiendo Dhamer: mata a su primera víctima en 1978, recién casi 10 años después a la segunda, entre el segundo y tercer asesinato pasan un año y dos meses. Del tercer al cuarto, dos meses. Al año siguiente, mata a 3 más, con dos o tres meses de distancia entre un asesinato y otro. Al año siguiente (ya en 1990, principios de 1991), mata a 9 hombres, para asesinar a su última víctima en febrero de 1991.
Queda en evidencia que en Dahmer, el pasaje al acto no elimina la fuente de goce, sino que pareciera retroalimentarla; el fracaso de esta regulación lleva a intentar una y otra vez. Es decir, hay un fracaso en la regulación del goce, y estos asesinatos serían un intento de hacer frente a esa irrupción desmedida.
En este sentido, podríamos pensar que estas prácticas (tanto los asesinatos como el tratamiento posterior que Dahmer hace con los cuerpos) podrían ser consideradas como defensas perversas que permiten al sujeto psicótico confrontarse con esta irrupción de goce desregulado.
En algún punto, podríamos encontrar ciertas semejanzas con el caso del Sr. M. trabajado por Jean-Claude Maleval en su escrito "Suplencia perversa en un psicótico", salvo que en ese caso las modalidades de suplencia estarían referidas a formas extremas de masoquismo, y en el caso Dahmer tomarían una modalidad sádica.
Como plantea Maleval (2007, pág. 178): "La observación del Sr. M. me parece que tiene el mérito de establecer la existencia de defensas perversas que permiten a sujetos psicóticos enfrentarse con el deseo del Otro sin que eso ocasione el marasmo de la psicosis declarada".
Podríamos conjeturar que tanto en los asesinatos que lleva a cabo, como en el tratamiento que Dahmer aplica a sus víctimas se observa una falla en la constitución de lo imaginario, ya que el deseo de que sus partenaires sean parte de él se toma en forma literal, sin mediación. Esto nos lleva a pensar en una estructura psicótica, que quedaría incluida en las llamadas "psicosis ordinarias" (Miller 2003).
Recordemos que Dahmer planteaba que quería que sus amantes se quedaran en la casa y ante la negativa de estos, los mataba. Y que comía los restos de sus víctimas porque "le daba la sensación de que empezaban a formar parte de él". También refiere que posteriormente se aficionó a crear un zombie porque "quería un amante silencioso, que hiciera todo lo que le pedía, y que se quedara haciéndome compañía". Quería que siguieran con él, pero que apenas tuvieran control sobre su cuerpo. Y que los comía para que fueran "una parte permanente de él".
Dahmer admitió haber practicado canibalismo, y que se masturbaba ante los restos humanos de aquellos que consideraba hermosos y a quienes no quería perder, que mataba a aquellos hombres que le atraían y buscaba métodos para conservar los cadáveres y quedarse con ellos.
Podríamos pensar que encontramos en Dahmer una falla en lo imaginario, que producía que no hubiera velo y el objeto a se revelara encarnado literalmente en estos jóvenes que le gustaban, a los cuales tenía que dominar, controlar, y en consecuencia, matar y luego devorar, como modo de producir una extracción del objeto de goce, extrayendo una parte real del cuerpo del otro para luego incorporarlo devorándolo. Como plantea Maleval: "En la vertiente sádica, las defensas perversas articuladas a la estructura psicótica a veces pueden, paradójicamente, dar origen a conductas mucho más peligrosas para la sociedad que las psicosis clínicas".
Si bien estos desarrollos quedarán sólo como hipótesis, ya que sólo contamos con el relato que Dahmer nos hace en el libro de Ressler y en diversos documentales y entrevistas que pueden encontrarse en internet y no con el fundamento en entrevistas que Dahmer hubiera tenido con un analista, considero que resulta muy valioso poder tomar casos como éste para continuar con una vía de investigación sobre distintas modalidades de suplencias.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
- GODOY, C. (2012): "Auxiliares de Dios", en Ancla 4/5. Psicoanálisis y Psicopatología, Revista de la Cátedra II de Psicopatología de la UBA, N° 4/5, 2012.
- LACAN, J. (1962-63): El Seminario. Libro 10: "La angustia", Buenos Aires, Paidós, 2006.
- LACAN, J. (1968-69): El Seminario. Libro 16: "De un Otro al otro", Buenos Aires, Paidós, 2008.
- MALEVAL, J.-C. (1995): "Suplencia perversa en un psicótico", en Ancla 1. Psicoanálisis y Psicopatología, Revista de la Cátedra II de Psicopatología de la UBA, N° 1, 2007.
- MAZZUCA, R. (2003): Perversión, de la psychopathia sexualis a la subjetividad perversa, Bergasse 19 ediciones, Buenos Aires, 2003.
- MILLER, J.-A. y otros (2003): Las psicosis ordinarias, Buenos Aires, Paidós, 2003.
- RESSLER, R. y SHACHTMAN, T. (2003): Dentro del monstruo. Un intento de comprender a los asesinos en serie, Barcelona, Alba, 2003.
- TENDLARZ, S. y GARCÍA, C. D. (2014): ¿A quién mata el asesino? Psicoanálisis y criminología, Buenos Aires, Paidós, 2014.