ANCLA [PSICOANÁLISIS Y PSICOPATOLOGÍA] – nº 7, sept. 2017: “Locuras y perversiones II”
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Del editorial: «En una época que nos quiere marchando normalitos y despatologizados, perfectamente saludables, rozagantes, adormecidos en nuestros sosegados sueños de autonomías y homogeneidades, pero bailando, eso sí, bailando hipnotizados al son del consumo al que nos empuja el discurso del capitalismo globalizado, Ancla convoca a despabilarse de ese normalismo delirante. Que se deje a cualquier occidentado parloteando en el marco del artificio que Sigmund Freud inventó hace poco más de un siglo y que llamó psicoanálisis, y no tardará en asomarse esa -nunca muy leve- desviación respecto de la norma -¡cómo si ella existiese!- que es el síntoma. Lo que desbarata cualquier sueño de normalidad, esa pesadilla. Más loco o más perverso -tema que retorna en este nuevo número de nuestra revista- ese torcimiento es la marca del pathos que lalengua traza en el viviente al atraparlo entre sus redes y volverlo un hablante-ser, un poético-ser. Menos por poeta que por poema, ese ser -que no es sino de carencia o de agujero-, es efecto de esa poiesis lenguajera: violencia ejercida contra el sentido común. De ahí provenimos. Somos hijos de esa poesía patológica. Clave del misterio del cuerpo que habla, no otro es el origen de lo que nos vuelve singulares e irrepetibles, resistentes a cualquier empuje normalizador o higienista: el deseo. Torcido, desviado, patológico, ¡vivo!, también él. Ancla fija… una posición que es política. Hoy lo hacemos de este modo: nuestra psicopatología es una po-ética del pathos«.
ANCLA [PSICOANÁLISIS Y PSICOPATOLOGÍA] – nº 6, sept. 2016: “Locuras y perversiones”
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Del editorial: «Puede leerse este número de Ancla como una sucesión de ensayos de folisofía, los cuales, por supuesto, no hacen ningún sistema: son no-todos. Allí se exploran los distintos usos de los términos «locura» y «perversión» presentes en la enseñanza de Lacan, se revela que «locura» y «psicosis» no son sinónimos, que hay enloquecimientos histéricos y obsesivos, actuaciones que pueden ir de la trivialidad a la tragedia y fantasmas perversos en el neurótico que pueden empujarse hasta el delirio, como el hombre de las ratas nos lo recuerda. Podrá constatarse en este número un esfuerzo por formalizar la locura a partir de la topología de nudos, por seguir sus encadenamientos y desencadenamientos e interrogarla en sus diversas funciones a partir de una clínica universal del delirio. Pero también que se exploran diversos episodios: desde aquellos que nutren la violencia cotidiana hasta los pasajes al acto más mortíferos, aquellos que nos interrogan por la relación entre locura y perversión. […] Los cinco números anteriores de Ancla, impresos, han sabido encontrar lectores más allá del ámbito universitario que le dio origen, nuestra cátedra. Ha demostrado ser un medio eficaz para enlazar la investigación y la enseñanza, difundiendo las más recientes elaboraciones de sus docentes. Su nueva versión digital actualiza y expande esta posibilidad, esperando llegar así a nuevos lectores interesados en el cruce entre el psicoanálisis y la psicopatología a partir de esa brújula que nos brinda la enseñanza de Lacan».
ANCLA [PSICOANÁLISIS Y PSICOPATOLOGÍA] – nº 4/5, sept. 2012: “Perversiones y versiones del padre”
Del editorial: “Luego de “¿Género o sexuación?”, de “Encadenamientos y desencadenamientos I” -psicosis- y de “Encadenamientos y desencadenamientos II” -neurosis-, este volumen doble de Ancla dice: “Père-versiones y versiones del padre”. El bucle tiende a cerrarse y se vuelve al inicio: las perversiones asomaban ya en nuestro primer número desde sus liquidaciones contemporáneas. Pero dado que el retorno no tiene destino más que de des-encuentro, el rulo no puede clausurarse -su topología es la del ocho interior o doble rizo- y se relanza la cuenta: Ancla será nueva, otra vez: las perversiones tomadas aquí por su juntura con las versiones del padre, iluminando a estas aquellas y viceversa, aunque no simétricamente. Podrá leerse. Otro tanto ocurre con el programa de nuestra Cátedra II de Psicopatología, que desde este año se deja infectar por el virus que hace menos de una década inoculamos en su cuarto conjunto temático. Los discursos, la fórmulas de la sexuación, los nudos -los últimos aparatos de formalización lacaniana- se esparcen así de un extremo al otro de un programa -el nuestro- que encuentra su brújula en una enseñanza -la de Jacques Lacan- que no consiente amputaciones. Pero se plantea así el problema de la articulación entre elaboraciones tan heteróclitas, todos ellas fraguadas por aquella enseñanza. Buena oportunidad para dejar indicada aquí, brevemente, la lectura que de ella promovemos. Ni progresista ni conservadora: enrulada”…
ANCLA [PSICOANÁLISIS Y PSICOPATOLOGÍA] – nº 3, sept. 2010: “Encadenamientos y desencadenamientos II”
Del editorial: “Los nudos, las cadenas y las trenzas no son estrictamente hablando algo que podamos llamar un “progreso” en la enseñanza de Lacan. Porque no se trata de la progresión de un saber cada vez más completo y perfecto a medida que se avanza. No hay una meta de saber absoluto sino producción de saber que adquiere valor de verdad en función de los efectos que se engendran. O sea, los que asisten a la hora de dar razones, definiciones, conceptos. O a la hora de poder cuestionar las definiciones y conceptos ya acuñados. Seguramente mucho más por esto último que por lo primero. La clínica psicoanalítica implica la necesidad de dar cuenta y razón de lo acaecido en la práctica, lo cual es todo lo contrario de aplicar lo que ya se sabe para prevenir lo que tiene que ocurrir. Con la lógica nodal y sus operaciones, Lacan puede mostrar que toda estructura es un efecto de un anudamiento que suple una imposibilidad de encuentro. Lo imposible de la relación que no hay es lo que sostiene y a la vez enlaza al nudo en tanto que se trata de la estructura misma. En ese sentido, se deja de suponer a los desencadenamientos como eventos anormales, anómalos, porque se revelan adecuados a normas, reglas de composición, siguiendo y trazando las líneas de fuerza, los empalmes y los lugares donde se producirán los lapsus, los errores del encadenamiento. Pero donde esos errores no se presentan como ajenos a la estructura sino como elementos constituyentes de la misma. A partir de aquí, cada lector podrá realizar diversos recorridos, deteniéndose en las postas que en este volumen van apareciendo, atravesando algunos puentes o ensayando saltos que se abran a otros senderos. Se encontrará así, en primer término, con la presentación de la lógica de los nudos desarrollada a propósito de las dinámicas neuróticas y apoyada en la tríada freudiana de la inhibición, el síntoma y la angustia. Luego, varios itinerarios por donde eso nos lleva: el amor que des(a)nuda –aunque también arma-, la conciencia que se resiste a morir, la tristeza de existir. Hay un lugar además para las locuras, aquellas que se presentan en las neurosis y que pueden caracterizar tanto a los desencadenamientos como, bajo otra faz, a algunos modos de encadenamientos. Sin perder de vista que la transferencia es el lugar donde las vicisitudes del nudo toman un valor de verdad en nuestra práctica. Lo que se podrá leer en los relatos de esa práctica que testimonian de las variables en juego en cada caso, uno a uno”…
ANCLA [PSICOANÁLISIS Y PSICOPATOLOGÍA] – nº 2, sept. 2008: “Encadenamientos y desencadenamientos I”
Del editorial: “¿Qué tienen en común el cristal que se quiebra, el dique que se rompe por la fuerza de la marea o una tela que se desgarra? Los ejemplos freudianos son muy precisos, indican que el punto de ruptura tiene su lugar en la estructura, que no es “caprichoso”. Pero también nos señalan que eso solo no basta para producir lo que suele llamar “enfermedad”, que las líneas de fractura aguardan, silenciosas, el encuentro de alguna contingencia que las revele, que ponga de manifiesto todas sus consecuencias. Ahora bien, nada impide que luego se alcance otro equilibrio, que pueden producirse soluciones, reparaciones, intentos de curación más o menos logrados, más o menos duraderos para cada ruptura. Ellos llevan la marca de la invención singular de cada uno, aún cuando a veces presenten ciertos rasgos típicos. Serán parches donde se ha producido el desgarro, nuevos canales que intentarán guiar las enfurecidas aguas, esfuerzos para reunir los cristales rotos. Cada solución tiene sus cicatrices, porta la huella del quiebre que la motiva, el cual, por supuesto, no está exento de retornar, de repetirse… La teoría del desencadenamiento presente en la enseñanza de Lacan de los cincuenta se renueva en los setenta, sin perder su orientación pero ganando tanto en riqueza clínica como en posibilidades de formalización. Es, sin duda, la introducción de los nudos borromeos -que para Lacan no son modelo ni analogía sino la escritura de la estructura misma- en donde buscará las relaciones entre los registros que la precise. Así, trató de ubicar primero la irrupción del síntoma, la angustia y la inhibición como “desbordes” de un registro sobre otro en un nudo de tres pero luego, sobre el final del Seminario 22 “RSI”, y fundamentalmente en el siguiente, “El sinthome”, será el nudo de cuatro lo que permitirá abordar los desencadenamientos en funci ón de anudamientos, desanudamientos y reanudamientos. Es por eso que el lector de Ancla encontrará que dicho seminario es una referencia clave -explícita o implícita- que recorre, de un modo u otro, la mayoría de los trabajos que presenta este número. Señalar que las reparaciones/reanudamientos dicen algo de lo singular de un sujeto es, por fin, reintroducir una perspectiva ética. Implica la pragmática, el bricolage, de lo s usos más singulares de lo que “Hay” en la estructura, de las invenciones y artificios de los que cada uno es capaz frente a lo que “No hay”, a lo que se repite del lapsus, a los encuentros que nos desanudan… una u otra vez. Pero es, también, poner en cuestión estas soluciones, desde las más ortodoxas o las más heréticas, y no sólo por sus fracasos sino también por la petrificación y los costos, en ocasiones pírricos, de sus éxitos. Supone, asimismo, ubicar al deseo del analista en sus inci dencias como “corte” sobre los encadenamientos y desencadenamientos en transferencia. Y captar que la discontinuidad nos recorre, que el lapsus insiste, que tiene una orientación precisa, que es falla -aunque no arbitraria ni meramente fortuita, aun cuando allí jueguen también, ¡y vaya si lo hacen!, los azares y contingencias del encuentro-. Falla que hace síntoma en la estructura, pero que orienta a quien sabe leerlo. En síntesis, seguir la huella de los anudamientos y desanudamientos es también pensar la clínica psicoanalítica a partir de una ética nodal”…
ANCLA [PSICOANÁLISIS Y PSICOPATOLOGÍA] – nº 1, sept. 2007: “¿Género o sexuación?”
Del editorial: “Fluctuat nec mergitur, con esta divisa inicia Sigmund Freud la “Contribución a la historia del m ovimiento psicoanalítico” hace poco menos de cien años. Ancla -Psicoanálisis y Psicopatología-, la revista de la Cátedra II de Psicopatología de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, la hace suya, aunque no sin distinguir la fijación [fixierung] que nos permite un firme amarre en medio de la turbulencia, más o menos líquida -cf. Zigmunt Bauman-, de nuestro tiempo: la enseñanza de Jacques Lacan. El anagrama, claro está, lo pone de manifiesto: desde hace más de veinte años esa enseñanza constituye el robusto… anclaje que nos permite desembarcar y avanzar sobre el campo problemático de la psicopatología con el apoyo de su exigencia de racionalidad, rigor conceptual y orientación ética indeclinables. Nuestra apuesta: prolongar el avance sobre ese campo, promoviendo la transmisión del psicoanálisis, sin que el paso a la universidad suponga degradación alguna en esa exigencia, en ese rigor, en esa orientación. En función de eso, lejos de desconocer los obstáculos que plantea el discurso universitario a la enseñanza del psicoanálisis, tomamos nota y contamos con ellos. De ellos nos servimos -tanto como de las fisuras que, especialmente en la universidad de nuestro medio, aquel discurso no deja de presentar-, para hacer pasar por allí incluso lo que del deseo del psicoanalista no se deja atrapar entre las cuatro paredes de un consultorio -o de la institución analítica-: es que -pese a los resguardos del analista pretendidamente puro, que no quiere verlo contaminado en el lodazal de los discursos supuestamente ajenos a su práctica (lo que no acarrea más que esterilidad para el discurso al que pretende servir)-… ¡las desborda! En fin, explotar la antipatía de los discursos -analítico y universitario-, como señalaba Lacan, bien puede ser la oportunidad para que la enseñanza se renueve, si se confronta con su imposible. En este primer número de Ancla, bajo el título ¿Género o sexuación? se sitúan las coordenadas que fijan nuestra posición en relación con algunas de las consecuencias de la turbulencia líquida antes referida. A la liquidación de la «psicopatología psicoanalítica» -sintagma que, por cierto, se encuentra desde temprano en Lacan- anhelada por el relativismo nominalista e historicista, políticamente correcto, en boga en estos días, que se solidariza -a sabiendas o no- con las pujas “democráticas” de los lobbies que deciden los retoques periódicos en las clasificaciones de los modernos manuales de diagnóstico y estadística, respondemos con la confianza en lo real del síntoma. De lo particular del tipo clínico a la singularidad de un nombre de síntoma, por supuesto… y retorno: clínica y transmisión, para que el psicoanálisis no sea un esoterismo más. Frente a la dilución de lo real de la diferencia sexual en el continuum más o menos indiferenciado de los modos de gozar contemporáneos, y el amansamiento del malestar del sexo por el sentido común, diseminado hasta el hartazgo por el progresismo de moda -especialmente aquel de los gay and lesbian studies, gender theory y queer theory– que llega a infiltrar ciertos “enfoques psicoanalíticos”… la sexuación, que no exime al ser que habla de la responsabilidad por una elección siempre patológica e ineludible”…