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ARGUMENTO

Preguntarse si hay otra psicopatología ¿supondría que hay una? Y ¿luego otra? ¿Y Otra? Desde 1984, nuestra cátedra de Psicopatología se renueva año tras año sosteniendo una apuesta que fundamenta nuestro lugar en la universidad pública, gratuita, inclusiva y de excelencia. Nos dedicamos a la psicopatología psicoanalítica con una orientación rigurosa. La de Freud, retomando su concepción de una psicopatología que se apoya en la realidad sexual del inconsciente, que arriesga hipótesis sobre los mecanismos de formación de síntomas y reconoce la transferencia que vuelve al psicoanalista parte del cuadro llamado clínico y comienza, de ese modo, la renovación de la herencia nosológica de los clásicos de la psiquiatría. La de Lacan, que la extiende, ordenando el campo en torno de tres estructuras subjetivas que, antes que entidades patológicas suponen modos de elaboración de la enfermedad lenguajera que nos afecta y constituye, instituyendo diversidades de la defensa, modalidades del deseo, variedades de la angustia, estatutos disímiles del goce que condicionan un diagnóstico que se instala en las antípodas de cualquier etiquetamiento. La de ambos, entonces, que sostuvieron su práctica y su clínica de una ética: la del bien decir en una escucha guiada por la transferencia y el deseo del psicoanalista, la de una lectura inclaudicable que a esa escucha adiciona argumentación y debate con los saberes de la época.

Cuatro décadas después de la fundación de nuestra cátedra, el tiempo nos interroga y nosotros al mismo… tiempo. ¿Qué se ha modificado en estos cuarenta años, en la época, los discursos, los lazos sociales y en nuestra enseñanza? ¿Son nuestros interlocutores lo mismos que entonces? ¿Y nosotros? ¿En qué somos Otros?  ¿Y nuestros casos? ¿Y nuestras herramientas conceptuales para abordarlos? ¿Qué entendemos, entonces, por tiempo? No nos referimos a una deriva lineal, sino a los pliegues y despliegues que, espiralados, permiten concebir mutaciones de la subjetividad. La declinación del padre condujo a la fundación del psicoanálisis, hijo díscolo del discurso de la ciencia y del capitalismo, interrogador curioso de ambos. ¿Qué novedades para el psicoanálisis y la psicopatología en tiempos de su evaporación?  ¿La del padre? ¿Es que la época deja espacio aún para algo que pueda llevar ese nombre?

Redoblamos nuestra apuesta, en efecto, en tiempos de liquideces y liquidaciones, orientados por un deseo que reconoce lo imposible en el síntoma del sufriente y dispone cada vez de un respetuoso torcimiento de lectura del que le extrae, no sin lógica y poesía, esa novedad que el síntoma nunca escatima. Esa que discurre de lo particular del tipo clínico a lo singular que resiste en él a cualquier clasificación… y retorna al primero del que parte y pierde, porque a la transmisión no le basta el fatigado “caso por caso”. Mientras que, en ese trayecto, deja entrever ese universal del que no se avergüenza el clínico: no hay normalidad en el ser hablante sino pathos generalizado de lalengua.